Julián Redondo
Camina o revienta
La televisión, con esas cámaras superlentas que muestran la fortaleza del músculo, una ceja mal arreglada y el pisotón alevoso en el tobillo, es en el fútbol lo que el suero de la verdad en las películas de espías. El tramposo, en evidencia; el árbitro, retratado, y la víctima, sin más recurso que el del pataleo y a expensas del oficio de los comités. No hay zaguero que ose utilizar el alfiler en el saque de esquina; el mordisco de Suárez, inadvertido para el colegiado, da la vuelta al mundo porque la tele lo capta todo y todo lo enseña. La tele, esa desvergonzada, lo que no consigue es convertir un petardo como el Holanda-Argentina en un espectáculo. Para lo evidente hay otros datos que desnudan aún más a los pobres futbolistas. Las estadísticas de Castrol dejan empantanado a Messi, por si no fuera suficiente lo que transmite. En este Mundial ha recorrido 16,7 kilómetros menos que Müller y 16,4 kms menos que Kroos. Y Argentina se encomienda a él, que no corre porque, como dijo Rogelio a Balmanya, eso de correr es de cobardes. Puede que Messi camine para no reventar. Cuando terminó el partido contra Bélgica confesó que cada pierna le pesaba cien kilos. Frente a Holanda intentó diez veces el regate, sólo una decena, con suerte dispar. Messi tiene 27 años, lleva diez en la élite, entre 2013 y 2014 ha encadenado siete lesiones musculares en el Barça y su promedio goleador ha bajado de 1,2 a 0,89 goles por partido. Acabado no está, ¡por favor! ¿Cansado? Eso parece, justo cuando Argentina más lo necesita.
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