Fórmula 1
Campeón moral
Alonso, campeón moral. Como habría dicho El Guerra, no podía ser y la hazaña fue imposible. Salió detrás de Vettel, que una vez más le había ganado en la clasificación. Fernando Alonso arrancó con trece puntos de desventaja y, como dijo, con el tercer o cuarto mejor coche de la competición. Las posibilidades del asturiano dependían más que de su actuación en lo que hiciera el alemán. No dependía de sí mismo. Se trataba de que puntuara con la diferencia suficiente para volcar la clasificación. Se confiaba en Alonso, pero se deseaba que Vettel no estuviera a su altura, que no encontrara el camino del podio como otras veces.
Se había especulado con la posibilidad de que lloviera. El agua se había convertido en las vísperas en el deseo de que llegara porque se la consideraba aliada del español. Con escaso pudor se había des eado que el germano tuviera una avería. Era síntoma de que se veía el triunfo imposible en circunstancias normales. La avería deseada estuvo a punto de eliminarle con el toque de la primera vuelta que lo relegó a la decimocuarta plaza. Vettel hizo remontada espectacular y se colocó durante un buen tramo detrás de Fernando. Después fue conservador y ello posibilitó que Alonso estuviera unos momentos en campeón. En la vuelta 56, le sacaba dos puntos al alemán en la clasificación final. Después de alternativas, nervios, cambios de neumáticos, los blandos, los duros, los intermedios y toda clase de tácticas de equipo, el corazón se nos encogió y finalmente perdió la corona por sólo tres puntos.
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