Cristina López Schlichting

Cataluña traicionada

La Razón
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Si a mí me hacen lo que les han hecho a los compatriotas de Cataluña, me da un ataque. ¡Mis datos fiscales en manos del aparato político! ¡Bastante tiene una con Montoro, que anda mirando debajo de nuestra cama y tras las cortinas de la ducha, a ver si encuentra algo escamoteado! Los pobres catalanes desconocen ahora mismo cuántos dirigentes y «apparatchiks» del «procés» tienen acceso a su información privada. Si tienes un enemigo en la Generalitat, vas listo. La noticia abre una profunda brecha en el flanco independentista, sencillamente porque revela la posibilidad de que unos estén controlando a los demás.

Es muy inverosímil que lo que ha contado el ex juez y senador Santiago Vidal sea mentira. Para empezar porque las grabaciones se han hecho en sus charlas en los círculos independentistas, a saber, en confianza. En segundo lugar porque es senador español y autor de la constitución catalana, es decir, persona bien informada. Y tercero, porque está en perfecto estado mental. Cuanto ha dicho responde punto por punto a lo anunciado por el presidente Puigdemont en el parlamento catalán el 28 de septiembre de 2016: «A finales de junio de 2017 estaremos preparados para poder desconectarnos del Estado español con plenas garantías (...) Se está trabajando hasta el último detalle, no sólo en los textos normativos indispensables –leyes, decretos, decretos ley– sino también en otras medidas concretas y operativas, como las que se refieren a recursos humanos, materiales y presupuestarios para que el nuevo estado, en el momento de la desconexión, pueda efectivamente ejercer las nuevas funciones». El presidente fue muy explícito: «Hablamos de diversos centenares de medidas concretas –documentos y actuaciones materiales– que afectan a todos los ámbitos: desde la seguridad a las comunicaciones, desde la sanidad y el exterior hasta la administración de justicia». No en vano ha aludido Vidal a que la Generalitat se ha reservado 400 millones de euros de los presupuestos para esta transición. Ahora entendemos cómo se pagan tantos sueldos de las personas que organizan referendos ilegales, actos de propaganda, manifestaciones, folletos carísimos, páginas webs impresionantes y, en general las prebendas de toda la inmensa cohorte de paniaguados que ha traído consigo el anuncio de la llamada desconexión de España. Con esa pasta, yo también me hago independentista.

La verdad es que –salvo que alguien del Gobierno haya pensado en ello– Santiago Vidal ha señalado lo que estaba delante de nuestras narices y no percibíamos, al menos yo. Que es imposible pretender y anunciar una independencia ilegal sin asumir ilegalmente las riendas mucho antes.

Entre los detalles que nos ha servido el juez se encuentra el anuncio de una carta que, con relación a los impuestos, pensaba mandar la Generalitat a los ciudadanos. Un texto diciéndoles que, tan pronto se realizase la desconexión, no debían responder a los requerimientos de la Hacienda española, sino limitarse a pagar a la nueva hacienda catalana. Tela, nunca mejor dicho. Eso se llama, lisa y llanamente, preparar un golpe de Estado.