Julián García Candau
Cesc es auténtico
Del Bosque insiste en alinear a Cesc como falso nueve, pero es auténtico. De nuevo fue acierto tal decisión. Marcó el primer gol, con disparo desde fuera del área que el guardameta uruguayo, Muslera, en lugar de detener el balón lo saludó, y participó en los dos otros tantos. En el tercero recibió la pelota de Villa y se la regaló a Pedro, que con su nuevo remate se anotó su segunda diana.
Del Bosque aprovechó la ocasión para conceder la titularidad a Valdés, acertado en las jugadas de peligro, dio la alternativa a Azpilicueta, Mario Suárez, Isco, Monreal y Negredo. El puesto de Xavi se lo dio a Cazorla, quien movió el balón con Iniesta intentando mantener el ritmo del toque para que el juego no fuera malversado.
Uruguay posee dos grandes delanteros, Cavani y Luis Suárez, aunque el gol fue del «Cebolla» Rodríguez, y carece de centrocampistas con sentido de la coordinación. Es equipo aguerrido y su seleccionador montó un sistema defensivo que impidiera las penetraciones sutiles de los españoles por el centro, pero le fallaron los centrales, Godín y Lugano.
Uruguay tuvo que defenderse más que atacar. Los delanteros quedaron siempre en terreno de nadie. No obstante, por la velocidad de su contragolpe pusieron en algún aprieto a defensas y portero españoles. La superioridad española fue absoluta y ni siquiera los cambios mermaron su potencial. Esta vez el adversario era exigente. España y Uruguay no dieron impresión de disputar un amistoso. El juego tuvo vibración.
Posdata. La mejor generación española comienza a tener sucesores.
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