Real Madrid

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Chuparla

La Razón
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A Maradona le agradezco su fútbol, por encima de todas las cosas, y la entrevista que me concedió en octubre del 93, el día de su cumpleaños, cuando jugaba en el Sevilla. Entonces, solía acudir con amigos del vestuario a La Casita, un local de señoritas que servía langosta si el cliente lo demandaba y otros caprichos carísimos. Iban de madrugada y Maradona mataba las horas de charla con el dueño, hasta que levantaban el campamento y él pagaba la cuenta. «El Pelusa» es muy generoso, y muy especialito. Le vencieron los vicios y creó escuela, no cuando se lió a perdigonazos con los periodistas sino cuando les lanzó este mensaje: «A chuparla». Huelga entrar en detalles.

Maradona, espíritu de la contradicción que pone una vela a Castro y otra a Rolex, exporta su mala educación; alumno aventajado es el chileno Marcelo Ríos, el único número uno del mundo que no ganó un Grand Slam. Al término de una exhibición, que es lo único que hace pues su tiempo hace años que pasó, rodeado de periodistas, uno de ellos le hizo una pregunta, normal, sin retranca, y respondió: «Como dice mi amigo Diego Armando Maradona, a chuparla». Ni el que preguntó ni quienes atendían micrófono en ristre reprobaron al figura; ítem más, el principal insultado volvió con la burra al trigo, como si nada, y recibió la respuesta que merecía por no haberle dejado a la primera con la palabra en la boca, como poco : «A chuparla». Y todos callados y tan contentos. Al tenis le sobran tipejos como el tal Ríos y al periodismo, colegas incapaces de defenderse y de dignificar la profesión. Así que a chuparla...

Mientras Ríos se acopla a la rueda de Maradona –y ojalá que se haya quedado en la mala educación–, el deporte sigue y el fútbol fluye. El Madrid quema días, semanas, esperando al PSG y se encomienda a Gareth Bale, su clavo ardiendo. Cruzar los dedos.