Restringido
Cigüeñas y miopía
En el prólogo de uno de los manuales de microeconomía más famosos, el de William Sher y Rudy Pinola, los autores cuentan una anécdota referida a la leyenda según la cual, las cigüeñas traen a los niños recién nacidos. En un intento de comprobar la veracidad de esta creencia, un estadístico curioso recogió datos sobre el número de nacimientos y el de nidos de cigüeñas en algunos pueblos holandeses y resultó una significativa correlación positiva entre ellos. Así pues, concluyó que la leyenda era correcta basándose en un estudio empírico. El continente europeo representa el 10% de la población mundial. El bajo número de nacimientos junto a una de las mayores esperanzas de vida hacen correr el riesgo de convertir el Viejo Mundo en la reserva anciana del planeta. Sin duda, nuestro peculiar estadístico propondría un programa de cría y proliferación de cigüeñas. Lo que no sabemos es lo que piensan nuestros protagonistas políticos. Y es que a pesar de que el problema más serio que tiene España es la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población, es el menos evidenciado por los medios de comunicación y el debate político. Nuestra sociedad lleva tres años perdiendo población y el INE prevé que para el año 2023, 22 de las 50 provincias españolas superarán los 45 años de edad media. La proyección realizada para los próximos cincuenta años es desoladora, una caída del 10% en la población y casi la mitad del país serán personas mayores de 64 años. Quien quiera defender la sostenibilidad del sistema sanitario público debe promover una política de aumento de la natalidad. El aumento de los años vividos no aumenta necesariamente el gasto sanitario. La teoría de la «compresión de la morbilidad», de James Fries, viene a decir que por vivir más años no se gasta más en servicios médicos porque las enfermedades también se concentran en los últimos años de vida, de esta manera, los octogenarios de hoy sufren las enfermedades de los septuagenarios de hace algunos años. El problema viene por el lado de los ingresos, cuanto menos personas activas, menos ingresos para poder sostener el sistema. La primera medida de Estado debería ser la elaboración y puesta en marcha de una estrategia de aumento de la natalidad, el mejor desempeño económico de Estados Unidos en las últimas décadas está relacionado en un 80% con una tasa de nacimientos un tercio mayor que la europea. La segunda, un nuevo planteamiento sobre la política de inmigración.
Pero lo que en realidad hace falta es una política transversal y situar el problema en el centro de las prioridades sociales. Si nos limitamos a pensar exclusivamente en el corto plazo nos convertiremos en profesionales de la improvisación.
El gobierno danés, por ejemplo, ha entendido que más nacimientos significa más población. Más población significa más fuerza laboral. Más economía. Más crecimiento. Más impuestos. El círculo es de obligado cumplimiento para mantener el excelente y muy redistributivo estado del bienestar danés. Así, en los colegios daneses se ha comenzado a tratar el embarazo como algo positivo. El año pasado se produjo un repunte en su natalidad. Mientras que la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, afirmaba que las «embarazadas son un problema para las empresas, porque no se las puede echar y no se esfuerzan», sus palabras producían espanto en los responsables sanitarios suecos de Göteborg, donde se promueve la contratación de mujeres embarazadas por considerarlo un «bien para el país».
Hay quien considera que la política es un combinado de aritmética y esloganes más o menos efectivos. Se van a celebrar nuevas elecciones en unos meses, es la mejor oportunidad para un nuevo tiempo de ideas y de quienes las encarnan.
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