Alfonso Ussía
Coleta morada
Nicolás Redondo se ha atrevido a decir lo que muchos intuíamos. Repasando los mensajes en las redes sociales y las declaraciones de Pablo Manuel Iglesias con la ETA como referencia, no es necesario un avanzado sentido de la intuición. Ha defendido al canalla de De Juana Chaos, «aunque no esté de acuerdo con sus métodos», y se ha entregado de elogio y mimo al sinvergüenza de Arnaldo Otegui, entonando la más sucia loa a su libertad: «La libertad de Otegui –Pablo Manuel escribe Otegi–, es una buena noticia para los demócratas. Nadie debería ir a la cárcel por sus ideas». La gran mentira. Otegui no ha pasado ni un minuto en la cárcel condenado por sus ideas. Lo ha hecho por sus responsabilidades y sus delitos como dirigente de una banda terrorista. La frase cínica de Pablo Manuel podría haberse extendido. «Nadie debería ir a la cárcel por sus ideas, exceptuando a los demócratas venezolanos». Pero no.
Podemos vota con Bildu, se trata con Bildu y se retrata con Bildu. Ahí tenemos a la presidenta del Parlamento de Navarra de simpático palique con Josu Zabarte, alias «el Carnicero de Mondragón» autor de diecisiete asesinatos. «Yo no he asesinado a nadie. Me ordenaron que los ejecutara y lo hice». En Podemos no disimulan su afecto hacia la ETA. Lo que ignorábamos es que el cariño viene de lejos, que importantes jefes etarras tenían en sus agendas el teléfono de Pablo Manuel Iglesias, y que el alias que la ETA utilizaba para referirse al compañero sentimental de Irene Montero era «Coleta Morada».
Poco, o nada, le va a afectar. «Coleta Morada» entra y sale de los platós de las televisiones públicas y privadas con una frecuencia que les está vedada al resto de los políticos. No ha necesitado sobornar a nadie, porque sus defensores a ultranza cobran –y muy bien–, de las empresas capitalistas a las que sirven. «Coleta Morada» siempre ha recordado que la ETA, a pesar del dolor que ha causado, tiene justificaciones y explicaciones políticas. «Coleta Morada» está con el independentismo, con la anexión de Navarra al País Vasco, con el derecho anticonstitucional a decidir a espalda de los sujetos constituyentes, con los condenados con suavidad a penas de inhabilitación, y mucho tuvo que ver para que etarras perseguidos por la Justicia española hallaran en Venezuela refugio, afecto y facilidades para acceder a altas responsabilidades en la tiranía bolivariana. Pablo Manuel, «Coleta Morada», percibe dinero de Irán y acude feliz a hacerse la foto cuando se celebra la Semana del Orgullo Gay en Madrid. Y ningún gay se atreve a afearle que cobre dinero de un régimen que cuelga de las grúas a los homosexuales. Pablo Manuel, «Coleta Morada», se manifiesta rotundamente feminista, pero ninguna feminista de militancia podemita, comunista, socialista o lo que le venga en gana, osa recriminarle su deseo reconocido de azotar hasta el brote de la sangre la espalda de Mariló Montero. Hay que reconocer que «Coleta Morada» tiene muchos amigos mudos, afónicos y complacientes que le perdonan todos los disparates que han salido de su mente y de su boca. O despierta una simpatía que no alcanzo a comprender, o el temor que produce es de insuperable salmonella.
La ETA tenía el teléfono de «Coleta Morada», no para amenazarlo, no para urgir su pago pendiente a cambio de su vida o la vida de los suyos, no para callar sus plumas o sus bocas. La ETA tenía el teléfono de «Coleta Morada» en calidad de amigo, de compañero y de persona de la máxima confianza. Y no se equivocaba la ETA. Pablo Manuel, alias «Coleta Morada», les ha demostrado posteriormente su absoluta lealtad y devoto afecto.
Con ese mote de jefe arapahoe, la ETA camuflaba la identidad de Iglesias cuando se entretenía asesinando a centenares de personas. No es delito que un asesino tenga en su agenda el teléfono de un ciudadano. No es complicado conseguirlo. Por ese lado, Pablo Manuel «Coleta Morada» puede estar tranquilo. Pero si es motivo suficiente de recelo, sospecha, prejuicio y escama.
«Coleta Morada» maneja muchos más hilos y cuenta con la resignación y obediencia de bastantes más monigotes de los que algunos creen.
Recomiendo a los colonos que vayan dibujando un círculo con los carros de su caravana. «Coleta Morada» cabalga.
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