Lucas Haurie

Como manda la Constitución

Como el invierno es época de juegos de azar, quien más y quien menos cruza sus apuestas sobre el candidato del PP a la presidencia de la Junta que Mariano Rajoy elegirá, según sus palabras, después del turrón. Los corrillos del copetín de ayer en el Congreso sirvieron este titular que se apresuraron a reproducir las agencias y los medios digitales sin reparar en el detallazo que supone escenificar en día tan señalado el respeto al precepto constitucional de la democracia interna de las formaciones políticas. «Me zampo una pata de cordero, me bebo un champancito y, si no me atraganto con las uvas, ya en enero anunció a los votantes, a la militancia, a los cuadros regionales y hasta al propio interesado quién se tiene que poner en la foto para que Susana lo triture». Así funciona nuestro sistema de partidos y así se está sorteando un marrón que sólo los imprudentes anhelan. El más capaz entre los populares andaluces, Miguel Arias Cañete, se debate entre seguir en su ministerio o postularse para cabeza de cartel en las europeas, porque se malicia que puede acabar convertido en candidato a la fuerza, émulo posmoderno de aquel médico a palos de Molière. Y todo el que detenta algún poder local, se enroca en su feudo a la espera de tiempos mejores por estimar, con buen criterio, que al «susanismo» no le va a dar tiempo de tener preparada una batería de candidatos potentes para las municipales. Sería una fantástica humorada convocar el 28 de diciembre una rueda de prensa para proclamar otra candidatura de Javier Arenas. Pero este gallego es tela de soso.