Lucas Haurie

Con diplomacia

La Razón
La RazónLa Razón

Le dicen embajador de la República Federal de Alemania pero podrían llamarlo proncónsul imperial en la Hispania ulterior. Reinhard Silberberg, diplomático de profesión y condición, glosa ante el periodista las «enormes posibilidades inversoras de Andalucía, no sólo en turismo, sino también en alta tecnología», pero remata su discurso con mirada firme e inflexibilidad ante la contención presupuestaria que su canciller pretende imponer en Europa. «Es el único camino aunque requiera sacrificios extremos». Si cinco meses de Hollande y la matraca socialista de buscarle una salida social a la crisis han bastado para colocar a la rica Francia en el punto de mira de los mercados, ¿qué le espera a Andalucía con Griñán, a quien lleva del ronzal Valderas? El doblemente diplomático Silberberg prefiere la elipsis, y anima a los pupilos del colegio Alberto Durero, recién entregados sus Deutsches Sprachdiplom, a seguir con el aprendizaje de la lengua de Goethe. Porque un idioma no sólo derriba barreras culturales, sino que constituye una formidable pértiga para pegar el bote si la cosa se sigue poniendo brava. Que seguirá, mientras los gobernantes continúen vaciando los bolsillos de casi todos para pagar el sueldo de unos cuantos millares de militantes. Europa sabe que la Administración es el principal freno para la recuperación de España y por eso propone reducir en veinte mil millones (más de un tercio serían detraídos a Andalucía) las ayudas comunitarias para el sexenio 2014-2020. Por nuestro bien, ojalá dobleguen a Rajoy.