Restringido

Confianza para invertir

La Razón
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En «Acabemos con el paro» (Deusto) explico la importancia de la inversión para un país que busca prosperar. España es aproximadamente un 1% del PIB global y si queremos crecer, tenemos que exportar más y mejor, pero a su vez atraer capital. En 2015, España se situó como uno de los diez países con mayor recepción de inversión extranjera directa a nivel mundial, siendo uno de los primeros países de la zona Euro y el cuarto de la OCDE. En 2015, con los datos conocidos, el aumento de las inversiones extranjeras ha sido de un 11%, hasta 21.724 millones de euros, la mayor cifra desde 2011. Luxemburgo y Holanda son los países de donde procede la mayor parte de dicha inversión. Lo más relevante es que el 80% han sido nuevos proyectos, no operaciones de compra o transferencia. Aunque un tercio se concentra en el sector inmobiliario, más del 60% va a nuevos proyectos en sectores de mayor valor añadido. Todo esto demuestra que la inversión extranjera también busca mercados maduros, y en una cifra muy relevante, que los inversores buscan estabilidad, crecimiento y oportunidades de valoración atractiva y que el dinero para invertir está ahí, pero la competencia a nivel global es muy intensa.

Hay mucho capital para invertir, y el impacto de la inversión directa es muy superior en términos de efecto multiplicador sobre la economía que el gasto público, como muestro en «Acabemos con el paro». Más del doble.

Tenemos, por tanto, no sólo que ofrecer oportunidades de inversión, sino con una combinación de seguridad jurídica, estabilidad política, valoración y rentabilidad.

Porque los que invierten exigen que estemos entre los mejores. O se van a otros países. No estamos haciéndoles un favor por invertir ni dándoles un regalo. No tienen la obligación de arriesgar su dinero en nuestro país. Si les ponemos trabas, si acudimos constantemente a la amenaza pública y a comentarios negativos, simplemente no vienen. Cuando la combinación de riesgo político y económico es demasiado alta, esos países desaparecen del radar. Los políticos nunca valoran el efecto desincentivador de sus palabras. Cuando hablan de impago, confiscar, entorpecer o romper la seguridad inversora, la comunidad escucha. Lo peor para un país y su imagen internacional son esas amenazas «a ver qué pasa» que muchos ignoran. No es así. Aumentan el riesgo. La confianza es esencial para seguir creciendo y atrayendo inversión. Sin ella, volvemos a la crisis.