Alfonso Ussía

Cordón sanitario

Me atrevo a recordar que el acuñador de la imagen del «cordón sanitario anti-PP», fue el actor comunista argentino Federico Lupi, al que hay que reconocerle el mérito –lo cortés no quita lo valiente–, de haber sido el cómico que mejor ha interpretado a Federico Lupi. El «cordón sanitario» no es otra cosa que un desvergonzado ataque al resultado de una votación democrática, pero el PP, con su mayoría absoluta, no se ha atrevido a cambiar la ley de mayorías que impera en naciones con mucha más tradición democrática que la nuestra. Un partido que gana las elecciones holgadamente a falta de un escaño para obtener la mayoría absoluta, se ve relegado a la oposición por el pacto de tres o cuatro partidos menos votados. Se dice que en Murcia, el PSOE, IU, Podemos y UPyD han alcanzado el acuerdo de unirse para desbancar al PP, que será el partido más votado. Me divierte la desenvoltura de UPyD sumándose al «cordón sanitario» de Lupi, por cuanto no se prevé que esa cáscara de nuez perdida en el océano se halle en condiciones de alcanzar un solo escaño.

Si antidemocrático fue privar al PP, que obtuvo cincuenta escaños, de la responsabilidad otorgada por la soberanía popular de gobernar en Andalucía, igualmente antidemocrática resulta la tragicomedia de Susana Díaz y sus acercamientos a Podemos y Ciudadanos para presidir la Junta de Andalucía después de su clara victoria en las últimas elecciones. Ha ganado y punto. Y el que gana gobierna, aunque en España estemos acostumbrados a lo contrario. Por otra parte, se me antoja muy sospechoso que el PSOE valore de igual manera a Ciudadanos y a Podemos. Ciudadanos es un partido emergente con voluntad de concordia y Podemos está más cerca de Paracuellos y Katyn que de otros perfiles y objetivos. Aunque la joven que dirige Podemos en Andalucía ha cubierto su hermoso cuepo con su vestido alunarado de gitana y bailado por sevillanas ante la gran puerta de la Feria. Algo es algo. A este paso, terminará de rociera y en un burladero de la plaza de toros de Sevilla pidiendo la oreja del toro a favor de Morante de la Puebla, el del pellizco.

Si el PP y Ciudadanos se unieran para arrebatar la mayoría simple al PSOE en cualquier autonomía o capital importante, no se hablaría de «cordón sanitario», sino de «agresión fascista contra el pueblo». La izquierda es la gran dominadora de la perversión en el lenguaje, de la intención torcida, tan efectiva como inteligente.

A estas alturas de la comedia, todavía el comunismo está bien visto en España y es considerado democrático, con su abrumadora y espeluznante historia de sangre, crímenes, ruinas y cárceles a sus espaldas. Y el liberalismo y el conservadurismo, acomplejados y papanatas, no saben defenderse desde la dialéctica de la buena palabra. Claro, que si un partido con tan numerosa militancia como el PP, termina por designar portavoz a Carlos Floriano, demuestra hasta qué límite desprecia el buen uso de la oratoria y la idea para contrarrestar a los partidos de la izquierda. Nada tengo contra Floriano, que será un excelente político de despacho, pero cada vez que habla –como Alicia Sánchez Camacho–, pierde votos y adhesiones, de las que no está sobrado últimamente el partido político quebrado por Mariano Rajoy. Sí, sí, de acuerdo, muy bien en la economía, el rechazo a la ayuda y la prima de riesgo, pero la gente está hasta el mismísimo gorro de silencios clamorosos, escondites esquivos y ausencia total de valentía en la responsabilidad de Gobierno.

De cualquier forma, el PP es un partido formado por centenares de miles de españoles honestos que no merecen ser esquinados por cordones sanitarios importados del estalinismo.