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Crecimiento y deuda

La Razón
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Uno de los mantras repetidos día a día por los que niegan la recuperación de España es que sólo crecemos por un modelo endeudado. Sin embargo es empíricamente falso.

Es cierto que la deuda pública ha aumentado en los últimos cuatro años, pero no menos cierto que más de un tercio de ese aumento viene de cubrir las facturas impagadas de 2011, y dos rescates, el de las cajas públicas y el de las comunidades autónomas sin acceso a los mercados, a través del Fondo de Liquidez Autonómica.

Pero a la hora de analizar el crecimiento del Producto Interior Bruto de la economía española, usar solo el argumento de la deuda pública es una falacia. Hay que analizar la deuda total, que incluye administraciones públicas, empresas y familias.

En términos de deuda total, España no ha visto un aumento, sino un descenso. En 2011 era de 2,8 billones de euros y la última cifra oficial es de 2,72 billones. La deuda de empresas y familias ha caído de manera espectacular y la del sector público ha aumentado. Pero el crecimiento no lo justifica la expansión de crédito. De hecho, el crédito total concedido de la economía española tampoco ha aumentado. Ha descendido de forma notable.

El ajuste que ha llevado a cabo la economía española ha sido uno de los mayores que hemos visto en la OCDE. En cuatro años un ajuste superior al 10% del PIB teniendo en cuenta la corrección de uno de nuestros males endémicos, el déficit comercial, y el ajuste al déficit fiscal. Y lo ha hecho, por primera vez, creciendo y creando empleo neto.

Un modelo exportador que no acude a la errónea política del pasado de «incentivar la demanda interna» hace que la aportación al PIB del sector exterior sea positiva.

Las empresas y familias llevan ahorrando un 3% del PIB desde hace años, y el hecho de que los precios no hayan subido ha sido una bendición. La mal llamada «deflación» ha sido parte del viento de cola.

El ajuste del sector público, sin embargo, debe continuar. La deuda pública sobre PIB ha bajado en julio, y la reducción de las necesidades netas de financiación es una gran noticia. Menos paro y más crecimiento. Pero aun así hay que seguir con la prudencia. Incluso creciendo, un déficit estructural del 4% es un riesgo.