Restringido
Crisis, What crisis?
Han pasado 41 años desde que el grupo Supertramp publicó el álbum que tiene por título el mismo que este artículo. Fue el cuarto de la banda y supuso un pequeño retroceso en cuanto a ventas en relación al anterior, «Crime of the century». Una pequeña crisis en su carrera, hasta entonces, meteórica.
Si recuerdan la portada del disco era muy sugerente: un señor sentado debajo de una sombrilla en medio de un estercolero como si tal cosa, tomando una coca-cola en bañador.
Quizá sea la imagen que le ha venido a la cabeza al Sr. Sergio Pascual, el ex número 3 de Podemos, una de las primeras víctimas de las «no discrepancias internas de Podemos».
En ocasiones, la historia se comporta con ironía. Hace tan sólo una semana, en el programa de Onda Cero de Carlos Alsina, el Sr. Pascual desmentía con rotundidad cualquier tipo de crisis en su partido político y porfiaba a que en dos o tres días los titulares de los medios de comunicación pasarían al olvido.
Antes de ayer por la noche Podemos emitía un comunicado tachando de «deficiente» y de «ocasionar consecuencias que han dañado gravemente a Podemos» la gestión del cesado Sr. Pascual. A continuación, el ya ex secretario de Organización se lamentó, a través de Twitter, de que se ha dejado la piel durante los dos últimos años.
En el mismo comunicado la dirección podemita informaba de que no será relevado en sus atribuciones como diputado. Se les olvidó decir que, desde la histórica sentencia del Tribunal Constitucional que otorgaba la titularidad de los escaños a los cargos públicos y no a los partidos, nadie puede obligar a dejar el acta de diputado al Sr. Pascual: sólo es posible por su propia renuncia.
Cada vez es más evidente que los llamados partidos emergentes no son sino una compilación de los problemas, las malas prácticas y los déficits que tanto han denostado a los partidos tradicionales, eso sí, con menos experiencia y mucho menos sentido institucional y de Estado.
Ya no podrán el Sr. Pablo Iglesias y el Sr. Íñigo Errejón poner la pelota de la culpabilidad por las informaciones acerca de sus divisiones internas en el tejado del Partido Socialista: sonaría a tomadura de pelo aderezada con cierta dosis de cinismo propia de la vieja política.
La crisis de Madrid, con la sempiterna conflictiva Sra. Tania Sánchez de una parte y de otra el Sr. Luis Alegre; el difícil equilibrio con las Mareas gallegas; en Aragón con el Sr. Pablo Echenique; las tensiones en Andalucía, y la rivalidad en Cataluña con la ambición desmedida de la Sra. Ada Colau, hacen muy complicado discutir sobre lo evidente: Podemos está dividido internamente.
Las formas tampoco han sido las mejores. Las destituciones fulminantes no son el paradigma democrático y desnudan la presunta cultura abierta y asamblearia podemita. Allí tiene el poder el Sr. Iglesias y quien se mueve, pues ya se sabe que ocurre con él.
El Sr. Errejón va perdiendo esta guerra interna y es de suponer que dedicará su energía a intentar que el Sr. Iglesias pierda el poder como Sansón. En todo caso, ya han estallado los movimientos más o menos disimulados.
Todo el protagonismo mediático debería ser para Podemos, sus contradicciones y el intento de ocultar la realidad de lo que ocurre en sus filas, pero hay impulsos irresistibles como el que tienen muchos dirigentes políticos a buscar micrófonos y opinar. Las declaraciones que hacía ayer un destacadísimo dirigente socialista sobre el asunto del Sr. Pascual son que «esto en el PSOE no se puede hacer». Atónitos nos hemos quedado los socialistas murcianos, lucronienses y no les cuento los socialistas madrileños.
Aquellos que se empeñan en afirmar cosas peregrinas deberían recordar las archiconocidas palabras de James Whitcomb Riley, ya saben: «Si anda como un pato, nada como un pato y grazna como un pato, entonces, es un pato».
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