Martín Prieto

Cuando hablan los ex presidentes

Era un gozo entrevistar a Adolfo Suárez porque te envolvía en sus velos como una hurí y te dejabas llevar por su corriente. Felipe González no te decía nada (salvo en privado), pero te inundaba de palabras y conceptos gaseosos hasta que tu cerebro izaba bandera blanca. Calvo Sotelo te enredaba en jeroglíficos mentales, trampas saduceas y acertijos sumerios antes de aliviarte con el piano. De Mariano Rajoy solo sé lo que estudio, me cuentan e intuyo. Los ex presidentes forman parte del Patrimonio Nacional (como el «Fortuna») y es de lamentar que por prudencia no se prodiguen. José María Aznar es caso único porque representa a la Esfinge, sonríe hacia dentro y su amimia sigue tan tensa como sus abdominales, por lo que resultó valiosa su entrevista en Antena 3 dirigida por Gloria Lomana en compañía de Victoria Prego y Francisco Marhuenda, director de LA RAZÓN. Metiéndose en los resquicios que deja Aznar hay quien sugiere un congreso extraordinario del PP y el regreso inmediato de otro «aznarato». Eso es confundir los deseos con la realidad porque Aznar no hará nada que desestabilice a Mariano Rajoy. Jesús de Polanco («No escatimes elogios a Felipe») ya lo quiso voltear en su primera mayoría proponiendo a Ruiz Gallardón para un Gobierno de coalición. Bajar los impuestos es contingente, puede funcionar o no; Bill Clinton en Madrid sugería al tiempo lo mismo, pero su época no es la nuestra. La economía, si le quitas los números, es psicología oportunista. Polanco no lo odiaba: concertó la expansión de su multimedia con González y luego Aznar se negó al contubernio. También cuando Zapatero quiso tener televisiones amigas el polanquismo le fustigó hasta pedir su dimisión. No hay política ni ideología y tampoco progresía: sólo negocios fracasados. José María Aznar estuvo fino recordando las alianzas del grupo que le persigue hasta la infamia con Silvio Berlusconi, luz de la democracia y espejo de «bunga-bunga». No creo que regrese pero se le entiende todo, hasta cuando esquiva las preguntas.