César Vidal
Cuando las barbas chipriotas...
Los mitos en economía son mitos y difícilmente resisten la prueba despiadada del contraste con la realidad. Es verdad que hay gente que cree, por ejemplo, en el socialismo del signo que sea de la misma manera que hay quienes profesan una convicción absoluta en relación con la existencia de las hadas o de los extraterrestres de Ummo. Sin embargo, a pesar del fervor de su fe, la realidad ha sido despiadada con sus creencias. Lo de Ummo hace décadas que quedó al descubierto como una tomadura de pelo colosal; las únicas fotos de hadas de que disponemos son un montaje y el socialismo ha conseguido a lo sumo satisfacer los bajos instintos de resentidos y envidiosos y promocionar buen número de carreras a burócratas y arribistas, pero jamás crear riqueza o mejorar la economía de ningún pueblo. Otro de los últimos mitos económicos ha sido el de que resulta imposible que en el área del euro pueda tener lugar un fenómeno trágico como el del «corralito». Los acontecimientos –aún no concluidos– de las últimas horas en Chipre han demostrado con la misma contundencia desasosegante que los bofetones que arrancan al borracho de su modorra que el corralito es posible en el seno de la Unión Europea. Naturalmente, la cuestión que se impone es si semejante eventualidad –la de que nos quiten por las buenas una parte de nuestros ahorros en torno al diez por ciento y que, por añadidura, nos impidan sacar el dinero del banco– es posible en naciones como España o Italia. La respuesta es que según. Si el Gobierno no embrida el déficit, pero de verdad, no con los birlibirloques de Montoro; si el Gobierno no interviene la economía de las comunidades autónomas más escandalosamente endeudadas –Cataluña, Andalucía y Valencia–; si el Gobierno no impide, de manera indirecta, por supuesto, que los bancos dediquen los fondos destinados a su saneamiento a comprar deuda en lugar de a abrir el grifo del crédito para familias y empresas y si el Gobierno no reduce sensiblemente la agobiante presión fiscal que ha convertido a España en la nación con los impuestos más elevados de Europa sólo detrás de Suecia y en el caso de Cataluña sin la excepción escandinava; si el Gobierno no adopta todas y cada una de esas medidas, previsiblemente también España sufrirá una suspensión de pagos y su corralito correspondiente. De manera que sería bueno poner a remojar las barbas propias al observar la navaja pasando por las chipriotas.
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