Sindicatos
De “El capital” a “Despacito”
Es lamentable, en efecto, que algún periodista malévolo haya escrito que Comisiones Obreras Andalucía regalaba copas a sus congresistas con dinero público, cuando en realidad sólo las subvencionaba. El uso de los fondos es irreprochable, sí, porque resulta de todo punto necesario estar beodo para aguantar dos jornadas completas de peroratas sindicales. Una curiosa interpretación del tan manoseado concepto de «redistribución de la riqueza», sin duda, porque se trata de que los afiliados (poco) y los contribuyentes (mucho) apoquinen para que a los cuadros les salga más baratita la melopea. No ha desmentido Nuria López Marín, nueva secretaria general en sustitución de un Francisco Carbonero que empezó a cobrar del erario en cuanto lo licenciaron de la mili que hizo junto al bisabuelo de Marcelino Camacho, que vaya a clonar la técnica para las reuniones de la ejecutiva regional entrante. Porque, en efecto, se antoja imprescindible la libación generosa de espirituosos y destilados para realizar esas regresiones tan divertidas a su mágico pasado de lucha de clases entre proletarios concienciados y patrones explotadores. Antaño, las cajas de los sindicatos eran de solidaridad con los trabajadores en huelga pero vista su inane capacidad de movilización, han decidido dedicar esos fondos a abultarle la facturación a los empresarios de la noche, célebres por su proverbial respeto a los derechos laborales: cumplimiento escrupuloso de horarios, fornidos porteros albanokosovares con papeles en regla, ni un ápice de machismo en la elección del minifaldero personal femenino... Y ni siquiera conspira esta izquierda ya en un café humoso, sino que se va a bailotear a una terraza pija. Lo que va de «El capital» a «Despacito», ése es el camino de la degradación.
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