Enrique López

De justicia

La Razón
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En el momento de escribir este artículo desconozco los resultados electorales, pero hoy me gustaría hablar de lo mío, de justicia, y creo que, a pesar de los pesares, se abre un escenario muy positivo para mejorar lo que tenemos. Lo primero de lo que se debe partir es que nuestro sistema no es tan deficitario como se dice, tenemos un modelo que es uno de los mejores de Europa, y la desgracia es que no se establecen términos de comparación para la opinión pública. Lo segundo que tenemos que pensar es que la justicia no es ni el Consejo General del Poder Judicial ni el Tribunal Constitucional, y sé de lo que hablo, porque he sido miembro de ambos órganos. Los políticos, los viejos y los nuevos, se empeñan en centrarse en ambos órganos, y sólo porque ven la justicia en términos de poder y no de servicio a los ciudadanos. Lo tercero es precisamente esto, cuando logremos que los políticos entiendan la justicia como servicio público de verdad, otro gallo cantará. Cuando los nuevos políticos hablan de este tema sólo ponen su interés en cómo se eligen a los miembros de los altos órganos, y no piensan en que los juzgados encargados del registro civil no abren los sábados y domingos, que es cuando la gente tiene la manía de casarse, no piensan en cambiar el sistema de herencia en España, no piensan en que los ciudadanos deben tener acceso a sus asuntos en los juzgados de igual manera que acceden a sus datos fiscales. Lo cuarto es que los profesionales de la justicia comencemos a pensar que los juzgados no existen como un fin en sí mismo, que los despachos de abogados no son sólo un negocio, y que, en definitiva, todo eso está montado para satisfacer las necesidades de nuestros conciudadanos. Lo quinto y más importante es que los políticos deben abandonar la pretensión de que teniendo más o menos influencia en unos u otros órganos pueden cambiar las cosas, y lo triste es que los nuevos siguen la estela. Es fundamental que se pongan de acuerdo en su sistema de elección de los miembros del CGPJ y del TC, el que sea, eso sí, a partir de ese momento que nadie critique un nombramiento, y que no se ponga en cuestión a nadie, y sé de lo que hablo, porque para qué cambiar las cosas si todo va a seguir igual. Lo importante no es el sistema, hay muchos en el mundo y todos valen, lo importante es que los políticos, y sobre todo los medios de comunicación, en especial los superperiodistas que se creen el Oráculo de Delfos, lo respeten y no lo pongan en cuestión permanentemente; es muy difícil, hoy por hoy, deglutir la cantidad de tonterías que se escriben y se dicen, y el paroxismo se alcanza cuando algunos pretendidos periodistas se presentan como expertos o expertas en el tema. ¡Qué daño hacen! Hasta que no alcancemos este respeto democrático no habremos conseguido nada. Decía Einstein: «¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio». Y qué razón tiene.