Ely del Valle

De lo más inoportuno

Si no tenemos suficientes problemas territoriales con los que bregar, ahora en el Parlamento vasco han decidido desempolvar el asunto del condado de Treviño, un asunto cuyo enclave –me refiero en este caso al temporal, no al geográfico– es, como poco, inoportuno. Si Treviño consiguiera hacer las maletas administrativas hacia tierras alavesas, al Rincón de Ademuz, que también es una isla valenciana rodeada por tierras de Cuenca y de Teruel, le puede faltar tiempo para intentar lo propio, por no hablar del Valle de Arán que es, en cuanto a sus aspiraciones independentistas, la Cataluña de Cataluña.

Hay un cierto consenso entre los habitantes del lugar, dolidos por no poder acogerse al régimen foral que privilegia a vascos y navarros. Es comprensible. Sin embargo sus reivindicaciones no llegan en tiempos propicios, teniendo en cuenta que el vínculo de los treviñeses con Castilla León no es cosa de hace dos días sino de hace dos siglos a lo largo de los cuales ha habido momentos menos convulsos y más idóneos para intentar mover ficha. Plantear una mudanza de fronteras provinciales cuando el problema no económico con el que nos enfrentamos es el del desafío catalanista está tan fuera de lugar como reclamar un aumento de sueldo en pleno ERE. Hay propuestas que aunque estén cargadas de razón no se deben poner sobre la mesa cuando ésta cojea porque tienen todas las papeletas para acabar mordiendo el polvo, y la de Treviño, en estos momentos, es una de ellas.