Ángela Vallvey

De papel

El libro es un fruto del árbol del conocimiento. Yo prefiero el libro de papel: objeto tangible. No tengo nada contra el libro electrónico, salvo la facilidad con que puede ser robado (curiosamente, a menudo los ladrones son personas que no han leído muchos libros, ni virtuales ni de papel, y que quizás disfruten sobre todo con la acumulación de mercancías gratuitas). Prefiero el papel porque es un producto del árbol, y los árboles son una de las mejores cosas del mundo. Logros de la naturaleza. El libro de papel es una pieza aromática, una bomba intelectual, un misterio plagado de ideas y pasiones que enciende la cabeza y el corazón del lector. La industria editorial vive tiempos duros. La recesión económica, la piratería salvaje y la falta absoluta de protección legal la golpean fieramente. España carece de una masa lectora al estilo de Francia, Italia, Reino Unido... Los lectores españoles –los que leen y además «compran» libros, aman los libros y deciden que pueden permitirse pagar cinco, diez, veinte euros en adquirir un ejemplar– son una exquisita minoría que no basta para sostener en pie la depauperada edición española. En España, tierra de subvención, Fondos Europeos y «que pague el ayuntamiento», gastar dinero en libros no mola. Duele menos desembolsar en aparatos para piratear e-libros. Aunque leer en e-Reader, en realidad, no debe ser tan «trendy» como pinta pues en general los jóvenes –jóvenes de verdad, no «viejóvenes»– no son usuarios del libro electrónico. Parece que los jóvenes que leen lo hacen mayoritariamente en papel, en España y en el resto del mundo. Me pregunto cómo acabará este nihilista «culturicidio» perpetrado sobre el libro (y sobre los autores, los denigrados «artistas»). Entretanto, hoy voy a regalar bellos libros a mi familia y amigos. Todos los que pueda comprar.