Lucas Haurie
De PSOE a PSUR
Tomado como cierto el axioma de Alfonso Guerra de que los socialistas se juegan las elecciones generales en Cataluña y Andalucía, Pedro Sánchez será un líder amortizado por Nochebuena o, como mucho, sobrevivirá a duras penas con la respiración asistida de Susana Díaz; de modo que corresponderá a la presidenta andaluza la decisión de prolongar su mandato como secretario general o de propiciar un congreso federal extraordinario que la catapulte definitivamente a la cúspide del PSOE. Treinta meses después de llevarlo del ronzal desde el anonimato al trono de Ferraz, corresponderá de nuevo a la lideresa decretar su defunción política. La segunda vez que Zapatero ganó las elecciones, en 2008, contaba con 56 diputados en San Telmo y 37 en el «parlament», 93 escaños en las comunidades clave que hoy han quedado reducidos a 63 pero los pronósticos sobre la resistencia del PSC en diciembre son sombríos, ya que su facción catalanista ha optado abiertamente por el independentismo mientras que Ciudadanos le come la merienda en su antiguo feudo del cinturón rojo. Con respecto al descalabro de Rubalcaba en 2011, el socialismo ha perdido doce diputados en el sumatorio, todos en Barcelona (28 tenía entonces Montilla contra los 16 de Iceta), pues Díaz mantiene los 47 que sacó Griñán cuatro meses después de las legislativas. Así, el PSOE se convertirá en un fenómeno netamente meridional, habida cuenta además de su marginalidad en territorios muy poblados como Madrid o Valencia. Y ante esta evidencia, ¿alguien duda de que el partido será tutelado desde Sevilla? De ahí el carácter visionario que ha tenido el pacto con C’s, aunque parezca claro que el bravo Rivera no se dejará torear como el mansurrón Marín.
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