Alfonso Ussía
De ser cierto...
De responder a la autenticidad el documento de la Banca Privada de Andorra que resume la Posición Integral de su cliente, doña María Gabriela Chávez Colmenares, nos hallaríamos ante un agravio comparativo intolerable. Y se justificaría el afán recaudatorio de don Pablo Iglesias del dinero que le mandan desde Irán, de acuerdo a sus facturas. Hasta noviembre de 2015 y complementando los 8.000 euros que percibía como eurodiputado, don Pablo ha ingresado en su cuenta 3.000 euros mensuales de procedencia iraní en concepto de presentador y director de «La Tuerka», que podría haberse denominado con más acierto, «La Soga», por aquello del trato que se dispensa a los homosexuales en aquel país benefactor.
A esta cantidad es lógico añadir las reconocidas remesas – ignoro el porcentaje en su beneficio personal–, que «Podemos» ha percibido por asesorar al régimen bolivariano de Chávez y Maduro. Pero aún así, la comparación entre los sueldos complementarios de don Pablo Iglesias y la fortuna de una de las hijas del difunto Chávez, resulta a todas luces humillante para nuestro «vicepresidente» autodesignado. Si alguien, con excepción de Sean Penn, ha trabajado, colaborado y entregado su vida a Chávez y la revolución bolivariana, ese alguien es don Pablo Iglesias, siempre apoyado por don Juan Carlos Monedero y don Íñigo Errejón. Todo para el pueblo. De ahí que resulte harto desconcertante la fortuna acumulada por doña Gabriela Chávez y depositada en un lugar tan escasamente bolivariano como es Andorra. Por mucho Irán y mucha Venezuela que hayan contribuido al sosiego económico de don Pablo, la diferencia es brutal y desconcertante.
No pongo en duda que la supuesta fortuna de doña Gabriela tiene un origen y desarrollo limpios como un amanecer en el Orinoco. Esta chica es listísima, como su hermana, y la legalidad de su dinero nadie la discute, al menos en Venezuela. No existen datos fiables de los ahorros de su hermana, pero los presumiblemente hospedados en las cuentas de doña Gabriela son de fábula. Es decir, que «todo para el pueblo» exceptuando algunas cantidades lógicamente expatriadas de Venezuela con el fin de asegurar en el futuro la posibilidad de adquirir algún rollo de papel higiénico, que en Venezuela escasean. Así, en su cuenta corriente, dispone en Andorra de 995.532 euros. En inversiones de valores, 859.775.895 euros. En plan de Ahorros y pensiones, 6.668.456 euros, y en divisas USA, 836.523.459 dólares americanos. Ahora se entiende lo poco que queda para financiar a «Podemos», porque se presupone que si ese dinero limpiamente ganado por doña Gabriela es similar en su montante al de su hermana, los miles de millones de euros y de dólares hay que multiplicarlos por dos, que es operación aritmética de gran dificultad por aquello del exceso de cifras. Del dinero de Maduro se sabe menos por ser doña Cilia, su esposa, la primera combatiente, la encargada de administrar la hucha, y de las fortunas de los generales aficionados al narcotráfico no hay datos concretos, porque un buen narcotraficante no cae en la majadería de invertir sus exiguas ganancias en Andorra, como los Pujol.
Se ha escrito mucho –y el que firma ha contribuido a la injusticia–, del deficiente atavío indumentario que lució don Pablo Iglesias cuando fue recibido por el Rey. Ahora se entiende. El dinero de «La Tuerka», el de Venezuela y su sueldo de diputado no dan más de sí. Los trajes y las corbatas en España sólo están al alcance de los privilegiados económicamente. Le aconsejo que para la próxima e inminente visita a Felipe VI le pida a doña Gabriela un préstamo con el fin de adquirir los elementos textiles necesarios. Se sabe de la generosidad de doña Gabriela con los necesitados, y estoy seguro de no le defraudará.
Y si doña Gabriela no responde, Ferreras y Wyoming lo harían encantados.
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