Alfonso Ussía
¿Debo pedir perdón?
H a dado unos primeros pasos decididos y valientes. Ha dicho palabras que jamás pronunció su antecesor y padrino. Ha llegado con buen estilo institucional. ¿Debo pedir perdón por escribir que Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, merece un margen de cordialidad y confianza? Lo merece, entre otros motivos, por uno concreto y sintético. Rubalcaba está con ella que trina. No que Trini, sino que trina. Ha normalizado sus relaciones con el Gobierno del Partido Popular. Ha criticado la corrupción de los ERE. Se ha manifestado públicamente contra la insensatez del Gobierno de Zapatero, impulsor del nuevo Estatuto de Cataluña, y motor de la descomposición social y antiespañola que hoy se respira en el nordeste de España. Ha traído a la política la perdida estética de la buena educación. Entiendo que algunos no le perdonen su pertenencia a los últimos gobiernos de Griñán. En ese aspecto, quizá por ingenuo, soy más generoso. Como suele ocurrir, una mujer ha demostrado en pocas semanas más coraje que un hombre en muchos años. ¿Debo pedir perdón por respetar a Susana Díaz y desearle toda suerte de éxitos en Andalucía, y posteriormente, en responsabilidades más altas?
España necesita un PSOE fuerte. Una socialdemocracia distanciada del resentimiento. Del mismo modo que España precisa de un Partido Popular, el liberal conservador, alejado de absurdos complejos. Uno y otro, unidos contra la corrupción, responsables de lavarse e higienizarse a sí mismos. España necesita un liderazgo en la izquierda que crea en España y lo manifieste sin cautelas ni conceptos disfrazados. Que la hondura y el orgullo de sentirse español no sea consecuencia de la militancia política, sino del hecho de serlo y sentirlo. Susana Díaz lo es y lo siente. España merece que los dirigentes de sus partidos más poderosos estén dispuestos a unirse en lo fundamental. España merece un esfuerzo de identificación absoluta en todo aquello que no es negociable ni interpretable de manera confusa o humillada. España no puede tener un PSOE que permita que el presidente de los socialistas vascos defina sin rubor que los terroristas de la ETA son «soldados». Soldados los que han desfilado en Recoletos, los más decentes de entre todos los españoles. España no puede tener un PSOE que no se avergüenza del Tripartito de la Generalidad, germen de la metástasis que hoy ha invadido a una buena parte de la sociedad catalana. Otra buena parte les ha demostrado en la Plaza de Cataluña que España no está dispuesta a ser amputada por unos insensatos y traidores. El PSOE gobierna en Galicia con los separatistas del Bloque, en Cataluña con los separatistas de ERC, en Navarra votan con Bildu y Amaiur, en el País Vasco han gobernado con el PNV –Rosa Díez, consejera de Turismo, llevó al banquillo a Antonio Mingote, que manda narices–... España merece un PSOE que crea en España, que se enorgullezca de España y que trabaje por España. Se me antojaría formidable que Susana Díaz confiara más en los populares andaluces que en los comunistas, el otro cáncer incurable del poder socialista. Si Susana Díaz cumple con las expectativas, poco va a importarle perder Andalucía si está llamada a suceder a quien ya está sucedido, amortizado y desprestigiado.
Como poco, ha traído un estilo nuevo y bueno. Vamos a ver cómo afronta la vergüenza de los ERE. Pero hay que darle tiempo y confianza. Inicié el artículo con una pregunta. ¿Debo pedir perdón por confiar en Susana Díaz? La respuesta es que no. El futuro me dará la razón o quedaré como un ingenuo panoli.
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