Francisco Marhuenda

Defender España y la Constitución

La situación es tan grave que no es posible permanecer indiferente. No es un problema de izquierdas o derechas, sino de defender España y una Constitución que ha permitido que estemos entre los países más ricos, avanzados y solidarios del mundo. El marco constitucional que atacan los antisistema, los independentistas y los Bildu-etarras es un éxito colectivo de todos los españoles por el que nos podemos sentir muy orgullosos. Es cierto que hay que seguir avanzando, pero solo hay que analizar cómo era la España de 1975 y ver la realidad actual y compararla, además, con el resto de países de la Unión Europea. Somos una gran democracia, con un sistema judicial de gran calidad y respetado a pesar de los constantes e inconsistentes ataques que recibe del independentismo.

Los españoles tenemos que salir a la calle para decir un NO rotundo ante la sumisión del gobierno de Sánchez ante los independentistas. No es ningún exceso, porque lo hemos visto esta semana cuando asistíamos al increíble esperpento de un gobierno que estaba dispuesto a claudicar. Afortunadamente las voces que se han levantado en su contra, la actitud de gran parte de los medios de comunicación y el rechazo firme de los dirigentes socialistas que eran conscientes de que el PSOE iba al desastre ha impedido un despropósito de estas dimensiones. Es cierto que Sánchez se ha tenido que rendir ante la presión, pero no es menos cierto que esta actitud abyecta se ha convertido en el hilo conductor de su acción de gobierno. Es increíble que estuviera dispuesto a ceder ante el independentismo a cambio de que le apoyen los presupuestos.

España no puede estar sometida a los vaivenes de un político que piensa más en sus intereses personales, siento tener que constatarlo, que a la nación y la Constitución que ha prometido cumplir. El escándalo del “relator” se inscribirá en los libros de Historia como uno de los mayores despropósitos que haya querido cometer un gobernante, dando la espalda a nuestra Carta Magna, al sentido común y a la voluntad de la inmensa mayoría de los españoles. No conozco ningún dirigente socialista, y conozco a muchos, que haya apoyado la decisión de Sánchez. Y, además, muchos han tenido la valentía de alzar su voz.

España tiene que salir a la calle. No podemos permanecer impasibles. Hemos visto, además, que estaba dispuesto a hacerlo dando un golpe demoledor al Tribunal Supremo que hubiera sido muy grave cuando comienza, precisamente, el juicio por el intento de rebelión del independentismo catalán con el objetivo de destruir, precisamente, a España. Sánchez no es el amo y señor de los destinos de esta gran nación. Ni siquiera ha ganado unas elecciones, nunca lo ha hecho, sino que consiguió el éxito de una moción de censura con el apoyo de los grupos que quieren destruir, precisamente nuestro país y su Constitución.

Como catalán siento vergüenza y desasosiego. Lo que pasa en mi tierra es terrible y fuera de ella no se es lo bastante consciente de la brecha social que han provocado los independentistas y que se tardará mucho tiempo en superar. La solución no es la estrategia de Sánchez de rendirse y ceder. Es un enorme disparate. No hace más que favorecer a esos radicales y fanáticos que odian a España. Lo peor son aquellos que contemporizan, los que desde mi querida Cataluña se sitúan en la equidistancia porque son débiles ante el independentismo y no entienden que las cesiones son, precisamente, la fuerza para que sigan por su camino hacia la independencia.

Un sector de la burguesía catalana, la izquierda acomplejada y algunos medios de comunicación han tenido un comportamiento deleznable. Es cierto que buscaban ventajas económicas, como siempre ha buscado la burguesía desde tiempos inmemoriales, jugando al enfrentamiento o a la aquiescencia de quien mandaba como ejercicio de una coherencia oportunista que siempre me ha repugnado. Es precisamente ese sector de la burguesía la enfermedad que sufre y divide a Cataluña, porque nunca he esperado nada de los independentistas y sus bien pagados colaboradores mediáticos, de los intelectuales de salón que manipulan la historia o de aquellos empresarios que les ríen las gracias y las desgracias.

Los ciudadanos hemos de salir a la calle para defender a Cataluña, a España y la Constitución. Todos unidos en un objetivo prioritario porque tenemos que impedir que Sánchez siga sometido a los intereses del independentismo. Por España, siempre por España y los españoles.