Defraudar

El 13 de junio de 2013, Borja Carrascosa publicó en LA RAZÓN que Hacienda estrechaba «el cerco a los galácticos», y que tenía en el punto de mira a Mascherano y a Xabi Alonso, quienes al ser traspasados por el Liverpool «habrían instrumentalizado dos sociedades en la zona franca de Madeira, libre de impuestos, para evadir capitales al fisco español». Dos años después el asunto ha rebrotado, Alonso se ha declarado inocente y a Mascherano la Fiscalía le acusa de defraudar 1,5 millones de euros en las declaraciones del IRPF en los años 2011 y 2012.

Un juzgado de Gavà (Barcelona) investiga sus cuentas y la Fiscalía le ha colgado el cartel de defraudador. A Messi le pillaron con el carrito del «helao» y pagó por lo que todavía era sensible de posteriores denuncias. Continúa en pleitos. Ahora bien, en una región en la que quienes ostentan el poder se pasan la Ley por «el forro de sus entretelas», que decía García, quién se atreve a exigir a Mascherano que cumpla con sus obligaciones de ciudadano... O a cualquier otro el pago de una multa de aparcamiento.

En su discurso del 13 de mayo de 1932 en el Parlamento, Ortega y Gasset identificó el «problema catalán» como el nacionalismo particularista. «¿Qué es el nacionalismo particularista? Es un sentimiento vago de intensidad variable». Al que no veía solución: «Recuerdo que un poeta romántico decía con sustancial paradoja: ‘‘Cuando alguien es una pura herida, curarle es matarle’’. Pues esto acontece con el problema catalán. En cambio, es bien posible conllevarlo». Y en ésas estamos, unos más defraudados que otros y otros, defraudadores mientras no demuestren lo contrario.