César Vidal
Delante de las canas
Relata el libro que los judíos denominan Vayikrá y los cristianos Levítico que cuando Moisés recibió la Torah, entre los mandatos más relevantes estaba uno que afirmaba: «Delante de las canas te levantarás y respetarás la presencia del anciano y reverenciarás a tu Dios. Yo el Señor». El precepto tenía una enorme relevancia. Ante los ancianos, primero, había que levantarse en disposición de servir y luego respetarlos. Semejante mandato, por añadidura, venía vinculado a dos referencias concretas a Dios. La primera derivaba de la misma orden de manifestar reverencia ante Dios y la segunda era la firma del propio Creador rubricando la trascendencia del mandamiento. Recuerdo todo esto porque, desde hace años, los distintos gobiernos nos han ocultado que la sostenibilidad financiera del sistema de pensiones a medio y largo plazo implica condenar a la miseria a millones de jubilados. Ya en 2011, ZP retrasó la edad legal de jubilación de 65 a 67 años y amplió el período mínimo de cotización de 15 a los últimos 25 años de vida laboral. Ahora el Ministerio de Hacienda ha elaborado un documento sobre el impacto real que tendrán esa reforma y la futura del PP sobre los jubilados. Según dicho estudio, los futuros jubilados cobrarán, con suerte, entre 615 y 390 euros al mes de media (a precios constantes) frente a los 976 euros de hoy. Al fin y a la postre, el resultado será una pérdida total de entre el 37% y el 60% sobre las pensiones actuales entre 2012 y 2050. El informe señala que la aplicación de estos factores solventaría el problema de sostenibilidad, pero también generará la creación de bolsas de pobreza en la población pensionista, «ya que se produce una reducción considerable de las pensiones recibidas». Ésos son los datos desnudos, pero ante ellos no cabe la mera pasividad. En realidad, urge realizar un reajuste del gasto porque si una sociedad considera que el mantenimiento de las embajadas de Cataluña, el aseguramiento de las prebendas de las castas privilegiadas o las subvenciones a las más diversas instancias son más importantes que el futuro de los ancianos, es que ha comenzado a morir y está condenada a su extinción. A fin de cuentas, como el propio Dios le indicó a Moisés al entregarle la Torah, si una sociedad desea sobrevivir y prosperar ha de levantarse ante sus ancianos, reverenciarlos y recordar que esa conducta emana de una Ley muy por encima de las normas nacidas de la voluntad de los hombres.
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