Restringido
Demos el mejor espectáculo
La teoría de juegos es una rama de la economía que estudia las decisiones en las que, para que un individuo tenga éxito tiene que tener en cuenta las estrategias tomadas por todos los demás que intervienen en la situación. En teoría de juegos, la pregunta nunca debe ser qué vamos a hacer, tenemos que preguntarnos qué vamos a hacer teniendo en cuenta lo que calculamos que harán los demás, de la misma manera que las estrategias de los demás vendrán determinadas por el cálculo que realizarán de lo que vamos a hacer nosotros.
Una de las situaciones más estudiadas es lo que se ha denominado «equilibrio de Nash». Éste se alcanza cuando, habiendo dos o más jugadores, ninguno de ellos quiere cambiar unilateralmente su decisión, porque cambiarla supondría empeorar su resultado. Para que esto se cumpla se exige, a priori, que todos conozcan los equilibrios de los demás. Es decir, que cuando todos los jugadores han tomado una decisión y no pueden cambiarla sin empeorar su bienestar, se considera que se ha alcanzado un equilibrio de Nash.
La situación política en España parece un equilibrio de Nash. Bloqueada desde hace meses, todos están trabajando para unas nuevas elecciones en junio, pero intentan que no lo parezca.
El Sr. Rajoy permanece inmóvil porque considera que cualquier iniciativa para intentar lograr una investidura está abocada al fracaso y le produciría desgaste personal en junio. Un hipotético cambio de candidato a la investidura del PP no es considerado por el Sr. Rajoy, porque supondría un fracaso personal; él se atribuye a sí mismo la victoria electoral, a pesar del batacazo que sufrió y no está dispuesto a pasar a formar parte del Consejo de Estado.
Ciudadanos no puede cambiar su posición de acuerdo, por un lado, con el PSOE y el intento, imposible por otra parte, de sumar mayoría parlamentaria con la adhesión del PP. Las razones residen en que un cambio en su tajante veto a Podemos sería castigado electoralmente.
Podemos se resiste a aparecer como responsable de unas nuevas elecciones, pero a su vez no desea pactar con el PSOE, porque su objetivo es, precisamente, destruirlo. Además, cree que su confrontación con Ciudadanos le ayuda a justificar el perfil de «única fuerza política de izquierdas» que tanto ansía.
La dirección del Partido Socialista sabía que no sería admitido por el PSOE un acuerdo en el que tuviesen espacio fuerzas nacionalistas e independentistas, ni de manera activa, ni pasiva, ni por incomparecencia. Sin embargo, la supervivencia de la dirección pasaba por intentar una investidura, por imposible que ésta fuese, y, de esta manera, tratar de reforzar la candidatura y la imagen del candidato en un nuevo proceso electoral.
Después de casi tres meses y medio desde que los españoles votaron, tal como era previsible, no hay gobierno y todos sabemos que habrá elecciones en junio, aunque nadie quiere aparecer como el responsable de los nuevos comicios.
Un dirigente de Podemos lo ilustra en sus conversaciones con una metáfora muy acertada: Somos tres coches, dice, circulando por un camino cuyo final es un precipicio, y vamos maniobrando para ver quién se echa a un lado y quién cae al barranco.
Lo que diría Nash es que harán pocas maniobras y muchos aspavientos, porque cualquier movimiento diferente que hagan les puede arrojar por el precipicio.
Ha adquirido popularidad entre periodistas y políticos la serie «House of Cards». En uno de sus capítulos, el presidente de Estados Unidos, Frank Underwood, le dice a uno de sus colaboradores: «Bob, no sé si te has dado cuenta, pero la política ya no es sólo teatro, es un espectáculo, demos el mejor espectáculo de la ciudad». Lo malo va a ser si la gente, en lugar de espectáculo, lo que espera es rigor y seriedad en lo que afecta a la vida de sus hijos.
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