Enrique Miguel Rodríguez

Deprisa, deprisa

A la carga, que si se piensa, si se explica, será imposible hacerlo. Hay que aprovechar el momento, en el que está claro que los partidos piensan en España, pero en la suya. Antes la muerte que cooperar con la del otro. Supongo que algo parecido habrán acordado los dirigentes catalanes que encabezan la independencia. Todos piden reflexión, diálogo. Pero ya saben, Arturo Mas y los suyos entienden el diálogo de forma peculiar. De entrada, la independencia es cosa indiscutible. Ahora empecemos a negociar, de acuerdo a nuestra aportación al Estado en los últimos años, cuántos cuadros del Museo del Prado, del Reina Sofía y de todos los bienes del patrimonio nacional que nos pertenecen. Me pregunto para qué quiere ver al Rey. Dadas la circunstancias, uno supone que le dirá algo como «ahí te quedas capullo, con tu niño y tu familia, que nosotros a partir de ahora mismo somos republicanos e independientes. Por cierto, a partir de este momento prohibido usar los títulos de conde de Barcelona y de príncipe de Gerona, que se los vamos a dar a Jordi Pujol y a su hijo, que les hace ilusión. Hasta nunca». Con el «buenismo» y el complejo instalado en la clase política y en el propio Estado, es posible que el monarca le pidiera perdón al honorable Mas, en nombre de los Borbones y de España, por haber tenido sojuzgado tantos siglos al sufrido pueblo catalán. En parecidos términos sería la entrevista con el presidente del Gobierno. Don Mariano le responderá: «No dude de que, con la Constitución y las leyes en mi mano, me encontrará en el caso que se produzcan los hechos que me anuncia» y se quedará como Don Tancredo en su despacho. Anunciará al país que, en su momento y si lo cree bueno para el conjunto de los españoles, tomará las medidas oportunas. Mientras tanto, en Cataluña estarán celebrando el primer aniversario de la independencia. Al tiempo, la honorable Marta Ferrusola seguirá reclamando en el Tribunal de Estrasburgo las joyas de doña Carmen Polo, adquiridas con el dinero que Franco le quitó a los catalanes.