Alfonso Merlos
Desalmados sin careta
La noticia es que no hay noticia. Retratados en su vileza y su miseria, en su naturaleza animal y enferma, abyecta. Sólo desde este ángulo puede observarse a unos limpiabotas de ETA que bajo la etiqueta Bildu escupen sobre la dignidad de un mártir como Miguel Ángel Blanco mientras reclaman beneficios de toda índole para quienes le asesinaron.
No nos equivoquemos. Esta actitud totalitaria y delictiva de quienes ocupan despachos y cobran nóminas de nuestro bolsillo no es vergonzosa. Lo vergonzoso es que el Estado de Derecho, después de medio siglo de actividad criminal, no tenga lo que hay que tener para poner a estos filoterroristas a raya. Y la conclusión subsiguiente no puede ser más devastadora. Cuando vamos para dos décadas del secuestro de aquel concejal de Ermua, los que estaban entonces implorando su muerte y el gatillo y el tiro en la nuca y el abandono del cadáver en cualquier bosque están ahora en las instituciones.
Algo habremos hecho mal. Algo no hemos aprendido debidamente. Algo deberemos corregir con urgencia y giro. Algo estaremos traicionando, con nuestra miopía y nuestra indolencia, a quienes dieron lo más preciado de este mundo para que escarnios y ultrajes como este último protagonizado por los bildutarras no tuviera lugar. ¡Y ahí siguen! Nadando en las pestilentes aguas de la impunidad y haciendo de la burla un oficio y un negocio.
No le demos muchas más vueltas. O desandamos el camino incorrecto que hemos andado en beneficio de nauseabundas organizaciones como Sortu o repugnantes matarifes como Bolinaga o la batalla contra el terror, de manera inapelable, la habremos perdido. Y quizá a todos los españoles, por cobardes, se nos arrebate justamente el derecho de acercarnos a la tumba de Miguel a dejar un ramo de flores.
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