Irene Villa
Día de la No-violencia
El dolor que esparcen los violentos en la sociedad, cuesta más de digerir cuando revivimos, como hace poco en Lalín, los eternos e innumerables años de terrorismo en España. Un empresario gallego fue secuestrado y condenado a malvivir en un zulo hasta que afortunadamente fue liberado por la Guardia Civil. Imposible olvidar lo que este terrorífico y sádico acto ha traído a la mente de todos. Pero es que además no hay fecha en el calendario que no esté manchada por la sangre de un inocente asesinado por esos terroristas que, posiblemente como mucha gente piensa, estén más cerca quizás que nunca de conseguir lo que no consiguieron asesinando. La semana pasada recordábamos a Gregorio Ordóñez, asesinado por su valentía y su sentido común, y hoy se cumplen 16 años de un doble asesinato, Alberto Jiménez Becerril y su esposa, Ascensión García Ortiz, que nos heló el alma a todos pensando en esos tres hijos huérfanos, de 4, 7 y 9 años, y en una familia rota de dolor. Seguimos sin entender que ahora toque ser condescendiente con el entorno terrorista para que los asesinos se integren en la democracia. Que los terroristas asuman su final, cosa que muchos vemos como un asunto difícil, no es motivo para que tengan que ser los más escuchados y homenajeados. Recordemos hoy, Día de la No-violencia y la Paz, aniversario del asesinato del líder espiritual Mahatma Gandhi por un fanático hinduista, que hay que educar en la tolerancia, la solidaridad, la concordia y el respeto a los Derechos Humanos. Para que no tengamos que revivir tanto dolor.
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