Unidos Podemos
Diego, el vicario de Iglesias
El tercer partido de España, una formación que discute a sangre y fuego la jefatura de la oposición en las Cortes, quedó el fin de semana en manos de su facción más radical e invistió de poder absoluto a un dirigente mesiánico que ha cantado en público alabanzas a la guillotina y ha hablado en las herriko tabernas de tú a tú con los etarras: «Os disteis cuenta antes que nadie de que la lucha era necesaria...». Y todavía se pasean los conservadores con esa expresión de estupidez satisfecha del niño que acaba de zamparse una tableta de chocolate sin sospechar la diarrea que se le viene encima. «¡Qué bien le ha salido a Arriola la estrategia de la polarización!». Pues vale, ya me contaréis cuando la fanatizada militancia del PSOE bendiga en frentepopulismo con el que sueña Iglesias, con Pedro Sánchez y Oriol Junqueras como costaleros. El referente andaluz de Podemos, diputado nacional y egregio miembro del consejo ciudadano es ahora Diego Cañamero. Quienes hemos tenido la ocasión de conversar, siquiera un minuto, con el ingeniero Sergio Pascual o con el magistrado Juan Pedro Yllanes, sevillano recriado en Mallorca, conocemos la diferencia entre el proyecto intelectualmente respetable de Errejón y el activismo trabucaire de estas bestias pardas del SOC, encuadradas ahora en las filas de los niños pijos «anticapi»: Tere, Kichi y compañeros mártires. A unos socialistas en orden de combate, con la máquina de ganar elecciones bien engrasada por la demoscopia científica de Alfonso Guerra («hemos ganado un diputado por Lugo», gritaba el vicetodo una mañana cualquiera agitando una encuesta. Y era verdad), esta patulea cursi no le duraba ni un cuarto de hora. Hoy, la izquierda razonable se encomienda a los tuits de Verónica Pérez. Los tiempos cambian a peor.
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