Martín Prieto
Doctrina Pistorius
El kilogramo de modelo veinteañera se vende a precio en la República Sudafricana. Diez meses de prisión y el resto hasta cinco años en arresto domiciliario, al atleta inválido Pistorius por matar de cuatro tiros en la cabeza a su pareja Reeva, confirman la bárbara doctrina estadounidense que absuelve al que ultima a un intruso sin considerar la gradación de la fuerza empleada. El escaso nivel de seguridad sudafricana no debería tratar con tanta flema el tiroteo de una sombra tras el cristal esmerilado de un inodoro en el que alguien está haciendo pis. Pistorius está diagnosticado como iracundo y ya fue condenado a tres años (suspendidos) por disparar al suelo en el salón de un restaurante como compulsivo amante de las armas. La temprana amputación de sus piernas no parece haber modelado su carácter en la autosuperación, y en las Olimpiadas de Pekín muchos atletas denunciaron que sus flexibles extremidades de fibra de carbono le proporcionaban capacidades biónicas. La tesis agustiniana de que Justicia es dar a cada uno lo suyo se ha individualizado en el delincuente, olvidando a los deudos de la víctimas y a toda la sociedad a la que se ha de resarcir con el ejemplo preventivo de la pena. En España sabemos mucho de esta Justicia torticera y de ocasión porque cuando los espectáculos informativos o el tactismo político penetran en un caso, hasta el Derecho Romano sale por la ventana. Idoia López Riaño (y tantos etarras) quedarán libres en breve por el precio de menos de un año por cadáver. Todos somos enfermos terminales y nos vamos a morir antes que Bolinaga. Gorrones de guante blanco y folclóricas territoriales han tomado asiento en la Prensa del corazón, que es nuestro amarillismo. Quien siembra la muerte o la ruina merecen nuestra conmiseración y nos parece una aberración la pena permanente revisable. La jueza sudafricana, mujer y negra, ha debido de inspirarse en la filosofía procesal y penitenciaria española.
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