Cristina López Schlichting
Dos hombres y un destino
La Historia está pasando página. Naturalmente nada tiene que ver apearse de la dirección de un partido, como Jaime Mayor Oreja, que hacerlo de un periódico, como Pedro J. Ramírez, pero ambas salidas marcan el final de un ciclo. Merece la pena pensar en ello porque es nuestra época la que se va metamorfoseando. Conozco a ambos, de los dos he aprendido mucho y puedo decir con autoridad que son antitéticos. Pero es curioso que compartan destino. La gente quiere mucho a Jaime Mayor y poco a Pedro J., pero a los dos los admiran porque son hombres valientes con vocaciones sólidas. Jaime es de esa hornada de políticos –que ya no nacen– en los que la carrera es una convicción moral. No se trata sólo de gestionar bien, sino de hacer un mundo mejor. No hay distancia entre su discurso y su identidad, es exactamente como parece. Es –como Kohl o Blair– un dirigente de profundas raíces y largos horizontes. Tal vez por eso el siglo lo expulsa en estos tiempos de intereses concretos (a veces demasiado) y carrera pragmática. Se va sin dinero, sin beneficio personal ni familiar. Es el padre de una familia de clase media ejemplar que ha trabajado toda la vida para salir adelante. Pedro J. pertenece al mismo entorno social, a esa amplia capa social nacida del esfuerzo. A Agatha le gusta decir que está casada «con un señor de Logroño». Si Jaime es la vocación política total, Pedro J. es la vocación periodística total. Me admiran estos grandes de mi profesión que no han tomado verdaderas vacaciones nunca, que madrugan con gimnasia para soportar la tensión hasta la madrugada, que se desvelan con una noticia, cavan en las fuentes, enardecen a las redacciones. Pedro trabaja como un salvaje, a muerte. Naturalmente que ha sido oportunista, veleidoso, relativista...pero me pregunto si en la lucha contra el poder puede uno cogérsela con papel de fumar. Y nadie puede negar que se lo ha puesto difícil a poderes de todos los colores. Los hombres tienen siempre sombras y miserias y, sin embargo, creo que Jaime Mayor Oreja y Pedro J. Ramírez han aportado más que restado y ensanchado los horizontes de este tiempo. Han sido bastiones de la lucha bipartidista desde la Transición y me pregunto si su salida no está marcando el ocaso de aquélla. Se les debe mucho en la guerra contra ETA y por la democracia. Resulta inquietante que el sistema los «reubique» a la vez y es que, siendo tan opuestos, son incómodos ambos. Quiero pensar que no han sido expulsados por los poderes fácticos, porque si así fuese, estaríamos más débiles frente a ellos.
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