Alfonso Ussía

Dulce de leche

El dulce de leche es ingenio pastelero argentino. Cuando venían a cantar a España mis amigos «Los Chalchaleros» me traían envases de esa delicia tostada. Desde jovencísimo me enamoré de la música folclórica del norte argentino, y los «Chalchas» representan la pureza de su interpretación, aunque «Los Fronterizos» les disputen la cima. El chalchalero es un pájaro pequeño que vive en los chalchales de Salta y canta de maravilla. Salta es la Andalucía argentina, la más española de sus provincias, norteña y agreste, poética y gaucha, pobre y extrema, poncho, bombacha, guitarra y bombo. Hasta que se despidieron, diez fueron «Los Chalchaleros». Desde el primer día hasta el último, el gran Juan Carlos Saravia, el «Gordo». Y con él, Pelusa Franco Sosa, el Cocho Zambrano, Aldo Saravia, Saravia Toledo, Dicky Dávalos, Juan Carlos Cabeza, Polo Román, Pancho Figueroa y Facundo Saravia. Los «Fronterizos» jugaban más con los canturreos y los acompañamientos corales, pero eran también grandiosos. El Negro López, Juan Carlos Moreno, Eduardo Madeo e Isella, éste último un coñazo que eligió la libertad del solitario para ser sustituído por Yayo Quesada. Y el inmenso Jorge Cafrune, atropellado en la carretera a lomos de su caballo, no se sabe si por accidente o por orden de la dictadura militar. Y Horacio Guaraní, y Eduardo Falú, y tantos y tantos pioneros de ese folclore profundo y melancólico que nació en torno a Atahualpa Yupanqui, «Don Ata», con cuerpo de roble vasco y rasgos de guaraní. Cafrune, el «jujeño», descendiente de turcos como Falú, viajaba acompañado de su caballo y su guitarra. Cuando volaba a España dejaba el caballo pero no su guitarra, y menos aún su predilección por el vino de Rioja, que le parecía un milagro. «Este vino que tienen ustedes es un milagro»; «como su dulce de leche»; «no compare, eso es una argentinada dulzona, y además, es un dulce con muy mala leche». Me quedé con la observación.

El dulce de mala leche argentino lo tenemos en España representado por Messi. Toda su fortuna se la debe a España y se ha negado a mostrar su apoyo a la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2020. Es un genio del fútbol, un elegido, un mimado, y según algunos de sus compañeros, una mala persona. Para colmo, es un defraudador de Hacienda, muy bien tratado por la Agencia Tributaria para no enfadar a los aficionados al fútbol partidarios del Futbol Club Barcelona, su descubridor, y posteriormente, su proveedor de hormonas para el crecimiento, que tanta discusión y debate han provocado en lo que respecta al límite deportivo y ético de sus dosis. Grandes deportistas españoles, catalanes de nacimiento, vida y costumbres, han mostrado su apoyo incondicional a la candidatura de Madrid. Los hermanos Gasol –que no han necesitado hormonas para crecer–, y los pilotos campeones del mundo Márquez y Pedrosa. No se olvidan los buenos barceloneses del entusiasmo, el ánimo y la ayuda económica que disfrutó Barcelona del resto de España para que sus Juegos Olímpicos hayan pasado a la historia del deporte como un ejemplo casi insuperable. Pero Messi no apoya la candidatura de Madrid. Un dulce de mala leche.

Messi es un deportista de cara y cruz, de haz y envés. No es el único, que en el mundo del fútbol siempre han existido los cínicos que enamoran a las masas. Messi es el mejor futbolista del mundo, al menos, lo ha sido hasta ahora. Pero su talla humana –y no voy por la estatura física–, deja mucho que desear. Tiene su bandita en el «Barça» que cumple sus órdenes a rajatabla, se cepilla a todo aquel que pretende y aspira a ser su sombra, y no respeta los códigos cívicos de quienes se enriquecen con cifras fabulosas en una nación con una clase media masacrada por los impuestos. Nadie pone en duda la excelencia deportiva de este argentino, dulce de mala leche, que asombra con su fútbol prodigioso. Pero como persona, son numerosos los datos para afirmar que su comportamiento es sencillamente mejorable.

Quizá para hacerse el simpático con el bloque independentista catalán o por intereses económicos no quiere apoyar la candidatura de Madrid. Analizado desde la frialdad, quizá a Madrid no le convenga su apoyo. Está en la duda. Aunque se haya hecho millonario en España, no es español. No hay que alarmarse. Que sea feliz. Que endulce su leche. Su influencia podría resultar negativa. En fin, que su innecesaria antipatía es su problema.