Enrique López
Dura lex sed lex
Este viejo aforismo latino nos recuerda que la Ley es dura, pero es la Ley, y lo que significa es que la Ley hay que cumplirla, aunque nos perjudique, para así asegurar la paz y la estabilidad de una sociedad. En los últimos tiempos, y sobre todo como consecuencia de la crisis económica, se empieza a acuñar un concepto que pretende definir una realidad más o menos perceptible, tal cual es el populismo judicial; en la actualidad este debate parece haberse instalado en nuestra práctica judicial, y la pregunta es si de verdad existe y si es algo nuevo. La crisis económica provocó un fuerte aumento de la litigiosidad, especialmente en el ámbito civil y laboral, centrándose en el primer orden en desahucios de vivienda, crisis empresariales y reclamaciones de cantidad, amén de una gran conflictividad con las entidades bancarias. Como consecuencia de ello se han producido muchas decisiones judiciales muy perjudiciales para los intereses de las entidades financieras, a las que parece que se les ha responsabilizado de la crisis. La cuestión es si algunas de estas decisiones, o en qué grado responden a una adecuada aplicación de la Ley, o se incardinan en eso que se denomina juez justiciero. En mi opinión gran parte de estas decisiones han sido una consecuencia de la mera aplicación la norma, pero es cierto que se han producido algunas decisiones, incluso en las más altas instancias judiciales, que pudieran emanar un cierto aroma de populismo judicial, si bien esto debe ser explicado; los viejos principios de que no hay responsabilidad sin culpa o no hay reparación sin acción, se han superado por el de que todo daño debe ser reparado en la forma que sea. Pero, ¿está en crisis el principio de legalidad? A veces parece que sí, lo cual de forma puntual permite triunfos de la justicia como valor, pero a la larga terminará trayendo una gran inseguridad y lo que es peor, la pérdida de la propia esencia de la Ley, su vocación de general aplicación. Hoy se busca una justicia material obtenida cada vez más con métodos intuitivos y empíricos, y se rechazan formas y procedimientos que dando seguridad y sobre todo predecibilidad parecen encorsetar la justicia material; algunos dicen que debemos liberarnos de la tiranía de las normas y por ello prefieren lo etéreo a lo sólido y lo maleable a la forma preestablecida; no cabe duda de que todos no sentimos más libres en la búsqueda de la verdad y de la justicia si no estamos sometidos a previos requisitos, buscando la ética de la autenticidad como algún filósofo ha dicho, pero el problema es que al final cada uno buscará su justicia provocando el lógico caos. Esto no es más que trasladar la máxima periodística al mundo judicial de que no dejes que la verdad estropee una buena noticia bajo la fórmula de que no dejes que la Ley te impida hacer justicia. Al final tendremos una aplicación de la norma bajo prismas ideologizados, orquestada precisamente de la mano de los que niegan el iusnaturalismo, la existencia de valores sobre reglas, y de principios sobre normas, lo de siempre.
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