Alfonso Ussía

Efecto llamada

El presumible «efecto llamada» no se produce a consecuencia de un plan programado, sino espontáneamente, de forma natural. Mi artículo del pasado jueves, en el que ofrecía a la futura Marina de Cataluña mi Zodiac «Jhonatán Elcano» ha tenido una repercusión inmediata y considerable. Entre llamadas telefónicas y correos electrónicos, más de veinte propietarios de embarcaciones se suman a mi generosa oferta. Recuérdese el viejo cuento que establece la diferencia entre la posesión en potencia y la posesión en realidad. El niño, azorado e inocente, que le ruega a su padre la explicación, la exégesis del dilema. –Papá, me han preguntado en clase por la diferencia que hay entre tener una cosa en potencia o en realidad y no he sabido responder. Debo hacerlo mañana. ¿Me ayudas?–. –Te ayudo encantado, hijo, pero puedo herir tus sentimientos–; –no te preocupes, Papá, prefiero la herida en mis sentimientos al suspenso en las notas–.

Y el padre acaricia la cabellera de su hijo con medido cariño. –Pregunta a Mamá y a tu hermana si se acostarían con un desconocido por tres mil euros–. Al cabo del tiempo, el niño retorna al lado de su padre. –Sí, Papá. Las dos. Mi hermana sin dudarlo, y Mamá me ha dicho que lo comprendas, que estamos en crisis, que te quiere mucho y está enamorada de ti, pero que esa cantidad no es rechazable en las actuales circunstancias–. –Bien, hijo mío. Entenderás la diferencia. En estos momentos tenemos en potencia seis mil euros. Pero lo que en realidad tenemos, sin duda alguna, es dos putas en casa–.

Seré tildado de machista pero este cuento data de los tiempos en los que doña Concha Piquer todavía no se había comprado el baúl. Es ejemplo áspero pero de sencilla comprensión. Y ahora es cuando debo dirigirme a doña Carmen o Carme Forcadell, presidenta de la llamada Asamblea Nacional Catalana, principal impulsora del proyecto de creación de una Marina de Guerra de Cataluña.

«Estimada Doña Carmen: No he recibido respuesta al ofrecimiento de mi embarcación Zodiac "Jhonatán Elcano"a la Marina de Guerra de Cataluña. Es de esperar que el retraso en darme su respuesta sea consecuencia de estudios técnicos y tácticos de sus expertos en embarcaciones de guerra de la ANC. Le voy a dar una alegría. Le vendrá muy bien porque siempre aparece muy seria y trascendente en las fotografías, como si lo que usted se trae entre manos fuera, en potencia, serio y trascendental. El efecto llamada de mi artículo en LA RAZÓN ha sido inmediato, y puedo informarle sin margen para el error, de una realidad positiva y esperanzadora. La Marina de Guerra de Cataluña tiene en potencia, en estos momentos, veintiuna embarcaciones, aunque no todas son a motor. Para tenerlas en realidad, sólo es requisito indispensable que me escriba una carta o correo electrónico a La RAZÓN aceptando la propuesta.

De las veinte nuevas embarcaciones ofrecidas a la gloriosa Marina de Cataluña, destaca un viejo pesquero al que se le pueden acoplar dos ametralladoras y un cañón. Un cañón pequeño y de calibre moderado, pero cañón al fin y al cabo. Un gabarrón en buenas condiciones que podrían convertirlo en el puesto de mando de verano. Siete piraguas. Entiendo que las piraguas no son del todo útiles para defender las costas de Cataluña de un ataque enemigo, pero hacen bulto. Un millonario arruinado en las últimas semanas desea entregarles su enorme y lujoso «yate» que aún no ha estrenado. Puede ser para el Almirante Jefe o para los Pujol, y en cualquier caso, dado su lujo y comodidades, aunque sea para el Almirante Jefe terminará perteneciendo a los Pujol, como casi todo en Cataluña. Y además, aparte de otras embarcaciones, tengo a su disposición un ancla, dos juegos de faroles de cubierta indicadores de babor y estribor para la navegación nocturna, un grimpolón con los colores de la Señera del Reino de Aragón, y una decena de objetos punzantes para ser utilizados en los abordajes. Y se me olvidaba, una brújula. Les recomiendo el uso permanente de la brújula, con el fin de arribar al arsenal del puerto de Barcelona con posterioridad al combate y no hacerlo al puerto de Valencia o de Almería, donde no serían bien recibidos del todo.

Espero que me escriba pronto y me autorice el envío. Corro con los gastos. Atentamente».

Más no puedo hacer.