Francisco Marhuenda
Ejemplar, transparente y eficaz
La Monarquía tiene futuro si es ejemplar, transparente y eficaz. La profesión de rey es muy difícil, porque es un jefe de Estado vitalicio que tiene que estar en todo momento a la altura de esta gran nación. El presidente de una república ocupa el cargo por un tiempo limitado y puede sufrir un desgaste político, incluso en aquellos países en los que sus competencias son residuales. No es una magistratura que represente realmente a todos los ciudadanos aunque sea el legítimo representante de su nación. En los casos en que ejerce el poder ejecutivo, como sucede en Estados Unidos o México, refleja una posición ideológica y unas políticas concretas. Los españoles nos quisimos dotar de una Monarquía cuando se aprobó de forma abrumadora la Constitución de 1978. En 1873 y 1931 se optó por una república, pero el resultado fue desastroso. Entre los países más desarrollados del mundo hay monarquías y repúblicas, por lo tanto los dos sistemas son igualmente buenos y lo único importante es si resultan útiles o no a sus respectivas naciones. En todas ellas el grado de aceptación y apoyo de la institución es abrumador. La Monarquía existe como consecuencia de una realidad histórica y habiendo sorteado muchas veces grandes dificultades. El caso español es quizá el más complejo históricamente porque nuestros siglos XIX y XX fueron muy convulsos. Estuvieron marcados por el grave conflicto entre Carlos IV y su hijo Fernando VII, la invasión francesa y la Guerra de la Independencia, el temor por el regreso de Napoleón durante los 100 días, el Trienio Liberal y la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis para reponer a Fernando VII como monarca absoluto en una etapa de fuerte inquietud ante las revoluciones liberales, la pérdida de los virreinatos americanos, la crisis sucesoria tras la muerte de Fernando y la Primera Guerra Carlista, el periodo isabelino y las luchas entre los espadones para controlar el poder con una reina permanente e injustamente vilipendiada, la caída de Isabel II y el Sexenio Revolucionario con un desarrollo vertiginoso con el reinado de Amadeo I, la II República y la presidencia de Serrano, la restauración de Alfonso XII y la obra extraordinaria de Cánovas, las luchas sociales y el problema del anarquismo, la crisis del 98 y la pérdida de los últimos territorios de ultramar, las guerras de Marruecos, la crisis de la Restauración y la dictadura de Primo de Rivera, la caída de Alfonso XIII y la llegada de la convulsa Segunda República, la Guerra Civil y la Dictadura Franquista. Por tanto, no hay país europeo que haya sufrido una etapa tan complicada institucional y políticamente en sus aspectos negativos durante un periodo de tiempo tan largo. En tres ocasiones el rey legítimo tuvo que abandonar España, Fernando VII, Isabel II y Alfonso XIII, pero siempre los españoles hemos optado por el regreso de los Borbones. Es cierto que no sufrimos las dos guerras mundiales, pero el atraso con el resto de países europeos que se vivió durante tanto tiempo ha sido consecuencia de esas dificultades. Don Felipe es un monarca ejemplar, transparente, eficaz, austero, discreto y próximo. Es lo que necesita una Monarquía moderna para responder a las expectativas de la sociedad. Es algo que siempre tuvo muy claro, porque un rey que quiera representar a los españoles tiene que ser ejemplar. Es la palabra más importante, porque tiene una extraordinaria preparación pero sería insuficiente si fuera frío y distante. Su vida privada es pública y sus amigos saben que no puede ser un amigo normal. Está demostrando que es el rey que necesitábamos.
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