Crítica de libros

El ADN del optimismo

El ADN del optimismo
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Transmitía luz. Quizá por eso siempre iba vestido de negro. Bigas Luna ha sido, es, para mí un punto de referencia profesional, pero sobre todo vital. Me enseñó a vivir, a ser la persona creativa e inquieta que soy, porque él siempre decía que un día sin creatividad era un día tirado a la basura. No puedo dejar de recordar el rodaje de «Jamón, jamón». Allí estábamos tres chavalillos apasionados por la interpretación a los que nos dio toda la confianza y la complicidad para desarrollar nuestros papeles. Javier Bardem, Penélope Cruz y yo le llamábamos «papá Bigas», porque no sólo nos dio lecciones de cine, también de vida.

Es, me gusta hablar de él en presente, un gran creador en tantos ámbitos. Sé que puede sonar a tópico, pero es un ser único. La pasión con la que trabajaba y disfrutaba de cada día. Era un «disfrutón». Tenía el ADN del optimismo. Nunca le vi ni triste ni desanimado, porque gozaba incluso ante los problemas, simplemente porque lo optimizaba todo hasta darle la vuelta. Seguramente ha optimizado el proceso de su enfermedad e incluso su muerte.

Era un ser brillante. Un avanzado de su tiempo. Siempre pensaba en el futuro. Para mí no sólo fue mi director en «Jamón, jamón» y «Son de mar», también era un filósofo, un hedonista, pero con una espiritualidad tremenda.