Brasil

El Amazonas también existe

El Amazonas también existe
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Las sociedades modernas vivimos la contradicción de estar en un mundo globalizado en el que la información teóricamente es un bien público disponible online para todos y, por otra parte, sufrimos un ensimismamiento casi egocéntrico en lo local.

Las tradicionales tres agendas, política, social y mediática, siguen sin alinearse. La parrilla informativa que nos ofrecen los medios de comunicación a diario generan los debates y reflexiones de la actualidad marcando en la conciencia pública qué es importante y qué no lo es.

Mientras lo local nos invade y, por ejemplo, el desarrollo judicial y político de Madrid Central ha abierto los informativos nacionales día tras día, pareciendo que se libraba la batalla definitiva por la protección medioambiental, han hecho falta más de tres semanas de incendio y una catástrofe sin precedentes para que la noticia de la destrucción de un buen pedazo del Amazonas salte a las primeras páginas de los medios de comunicación.

No se le escapa a nadie que los inviernos son cada vez más tibios, los veranos más calurosos y que el Polo Norte pierde toneladas de hielo. Uno de los retos de la supervivencia humana se juega en la selva amazónica, que absorbe a diario millones de toneladas del CO2 que producimos en el planeta, genera corrientes marinas y regula las lluvias en todo el globo terrestre.

No se trata de abandonar ningún frente por la protección del planeta, tampoco el de la contaminación en las ciudades, la propuesta es centrar correctamente la jerarquía de problemas con los que nos enfrentamos como humanidad.

Hace 30 años el Amazonas era mucho más grande y podía absorber el doble de desechos gaseosos que en la actualidad, este año se han producido un total de 33.000 incendios, el 60% más que los últimos tres años. La raza humana se ha convertido en la gran depredadora de sí misma.

El gobierno de extrema derecha de Bolsonaro no puede ser el depositario de la preservación de la vida. Nadie sabe si las causas de esta devastación son provocadas o exclusivamente fortuitas, lo que sí ha quedado patente es la incapacidad del gobierno brasileño.

Con EE.UU. desentendiéndose de los acuerdos medioambientales mundiales más relevantes y el propio Donald Trump estudiando la compra de Groenlandia, seguramente con fines comerciales y turísticos, es difícil pensar en la configuración de un Derecho Internacional que ordene la vida en la Tierra, pero no hay otro camino si queremos dejar el legado que recibimos.

Las portadas de los periódicos de hoy se centran en las presuntas próximas elecciones, en los movimientos y declaraciones de los ya ridículos independentistas catalanes, algunas noticias de sucesos, de corrupción y poco más.

Los tertulianos de turno y los programas en las televisiones abordarán estos temas porque la agenda mediática ha decidido que son los problemas más graves que tenemos y los políticos responderán a lo que les pregunten.

En tanto, los ciudadanos andan despistados intentando dirimir la jerarquización de sus problemas según gravedad, porque aunque los intuyan terminan siendo arrastrados a la otra realidad.