Paloma Pedrero
El amor a partir de los cincuenta
Hablaré de nosotras, de mí, porque creo que los varones lo viven de otra manera. No conozco muchos hombres que estén felizmente desparejados a esa edad. Los veo contentos con sus esposas de toda la vida o con una nueva mujer, normalmente más joven, con la que se sienten rejuvenecidos y poderosos. A los hombres de cincuenta y tantos, en general, no les atraen las mujeres de cincuenta y tantos. Siguen buscando la minifalda y el estilo juvenil como si ellos mismos se sintieran así, marcando paquete en vaquero y sin barriguita. No son especialmente autocríticos los hombres en cuanto a esos asuntos del cuerpo. Aceptan bastante bien su andropausia y no piensan cuando galantean con una de treinta y tantos qué pensará la muchacha el día en que lleguen al lecho y él tenga que mostrarle las delicadas miserias de la edad. No les agobia ese asunto quizá porque siguen pensando, ingenuamente, que su poderío es mental o monetario y que ella, tan enamorada, no va a echar de menos la fortaleza de su cuerpo. Viendo la de chicas que hay con hombres mayores parece que es cierta esta impresión de ellos, las mujeres no ponen en primer lugar la dureza de ningún miembro. Hay muchas teorías antropológicas al respecto, yo creo que esto es puramente social. La mujer a partir de la menopausia quiere hombres que respeten, abracen, acompañen, alienten, amen, sin poner el sexo en primer lugar. Quieren hombres inteligentes y tiernos. Por lo que para enamorarse de nuevo han de encontrar un caballero muy especial, de esos que hay pocos. Y si lo encuentra está ya comprometido con otra, otra a la que respetaremos como a nosotras mismas.
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