César Lumbreras
El año de Rajoy
El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia dice que baraca es «suerte o gracia especial divina». Y eso es lo que tiene Rajoy, aunque sea un tanto exagerado, especialmente en lo de «gracia divina». A las pruebas me remito: hace un año por estas fechas eran muy pocos los que daban un duro por él, incluso en su propio partido, y 366 días después ahí está como «el rey del mambo», mientras sus más directos competidores, o bien han sucumbido, o tienen graves problemas. El 31 de diciembre del año pasado, el actual presidente del Gobierno, que había perdido la mayoría absoluta en la urnas unos días antes, dio un paso atrás. Mientras tanto, Pedro Sánchez, que había cosechado los peores resultados de los socialistas hasta entonces, sacaba pecho y se preparaba para liderar una operación de asalto a La Moncloa. Pues bien, doce meses después, Rajoy sigue allí y Sánchez, después de haber caído todavía más en la siguiente cita con las urnas, ya no continúa al frente del PSOE. Y, lo que debe ser inaguantable para él, populares y socialistas han llegado a un cierto grado de consenso. Pablo Iglesias, por su parte, se hallaba instalado por entonces en la nube tras los buenos resultados obtenidos. Sin embargo, un año después, lo de Podemos se ha convertido en una jaula de grillos y ha estallado la guerra con su otrora hermano Íñigo Errejón; y eso es lo que se ve, porque en la trastienda están todos contra todos. Los de Ciudadanos, con su líder a la cabeza, no alcanzaron sus objetivos electorales, ni mucho menos, ni en los comicios de diciembre de 2015, ni en los siguientes y ahora tratan de encontrar su sitio tras los escarceos de populares y socialistas; andan, además, con algunos problemas internos. Mientras tanto, ya digo, Rajoy sigue instalado en La Moncloa, desde donde contempla el paisaje al tiempo que, supongo, se fuma un puro, aunque eso no signifique que lo esté haciendo bien. ¡Quién lo hubiese dicho hace un año! ¡Feliz 2017!
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