César Vidal

El aparente triunfo «wasp»

Hace un par de años, cuando me encontraba cubriendo para este periódico la campaña presidencial en Estados Unidos, escribí como conclusión un artículo donde señalaba que la reelección de Obama había sido la derrota de los «wasps», el término utilizado históricamente para referirse a los «Blancos, anglosajones y protestantes» que han configurado la historia de Estados Unidos desde sus comienzos. Había yo tenido acceso a un documento interno del partido republicano – que no pocos de sus afiliados y de sus cargos públicos ignoraban – donde se subrayaba que Romney había decidido no empeñarse en la búsqueda del voto hispano ni del negro y centrarse en el anglosajón. Es obvio que semejante estrategia le deparó una derrota electoral, pero el partido republicano ha persistido en ella. En las recientes elecciones legislativas, más del ochenta por ciento de los negros, más del sesenta y cuatro por ciento de los hispanos, más del cincuenta por ciento de las mujeres y más del cincuenta y cinco por ciento de los menores de treinta y cinco años votaron por los demócratas. Sin embargo, el partido azul no sólo ha perdido la mayoría en el Senado, sino que ha retrocedido en un Congreso ya controlado por los republicanos. Dado que en Estados Unidos –a diferencia de España– el sistema no es parlamentario y existe una estricta separación de poderes, la situación no resulta tan grave para Obama. A decir verdad, para que el Senado pudiera amargarle la vida, el partido republicano tendría que controlar un sesenta por ciento de los escaños lo que no sucede. Si estas elecciones tienen realmente relevancia es porque, en apariencia, confirman la «tesis wasp» que llevó a la derrota a Romney. De acuerdo con la misma, los varones, de más de cuarenta, blancos, anglosajones y protestantes serían el sector de la población determinante para conducir al próximo candidato republicano a la Casa Blanca. Pero ¿realmente es así? De entrada, las legislativas han sido sólo parciales y se han celebrado en estados que mayoritariamente presentan una tendencia republicana. De salida, Obama ha decepcionado a buena parte del electorado –lo peor que se puede hacer en política es ir contra tus propios electores –, pero no por ser un extremista, sino porque, en contra de lo que claman los republicanos, ha sido considerablemente conservador. Si los republicanos asumen a partir de estos resultados que la victoria presidencial derivará fundamentalmente del empuje de los «wasps», es más que posible que el próximo habitante de la Casa Blanca sea otro demócrata.