Política
El balazo de Feijóo
Núñez Feijóo ha dado una nueva vuelta de tuerca en la idea de marcar diferencias con Pablo Casado. Aunque formalmente los ataques han ido dirigidos a Pedro Sanchez y al PSOE, las palabras del presidente gallego apuntan también a la dirección de su partido.
Ya había, previamente, levantado ampollas en la calle Génova, cuando lanzó su propuesta de gobierno de gran coalición. Fue contestado, discretamente, desde varios sectores populares, pero el tiro había alcanzado su objetivo.
El daño de las palabras de Feijóo no es tanto que haya cargado una parte de la responsabilidad a la espalda del Partido Popular, como le ha recriminado la dirección nacional y algunos líderes regionales, sino que ha explicado con claridad porqué una mayoría de españoles atribuye el fracaso en la formación de gobierno a Sánchez y, al mismo tiempo, le refuercen en las encuestas augurándole una subida tremenda.
El país lleva en situación de provisionalidad más de tres años y eso está causando el hartazgo de la sociedad que lo que quiere es estabilidad. La subida de intención de voto hacia el partido del gobierno es un refuerzo para lograr la gobernabilidad.
Otra cosa es si Sánchez hace una lectura correcta de los datos. No es un voto de ilusión y esperanza, como el que tuvieron González y Zapatero, es un voto de resignación. Además, habrá que contar hasta el final porque no hay que despreciar la posible abstención de sectores de una izquierda enfadada.
Pero, aunque el mensaje del presidente de la Xunta haya sido muy claro, otra cosa es que lo hayan interpretado correctamente. La propuesta de Albert Rivera, con sus tres condiciones, evidencia la falta de comprensión de la cuestión de fondo.
El líder naranja cree que puede penalizarle la postura abiertamente anti Sánchez y se ha desmarcado justo en el inicio de la ronda de despachos del rey con los ojos puestos más en las elecciones que en evitarlas. Automáticamente el PSOE le ha cerrado el paso con declaraciones oficiales.
Es, precisamente eso, lo que percibe el electorado, cuatro líderes más preocupados de lo suyo que del país. Si la abstención no aumenta, Ciudadanos cae y si el PP no supera el 20% de votos, entonces el PSOE podría mejorar en una docena de diputados.
Muchas cosas deberían ocurrir para llegar a una situación parecida a la actual, pero más difícil de gestionar por parte de Pedro Sánchez, su victoria será para que gobierne, si no es capaz se le volverá en contra hasta lapidarle.
Pablo Casado ha perdido la oportunidad de afianzarse como político de Estado y Feijóo ha aprovechado para seguir forjando la suya propia.
Solamente queda por comprobar si a Pablo Iglesias, el más peligroso de todos, los suyos le dejan asestar el golpe mortal que tiene en la cabeza. Sabe de estrategia y cómo jugar mediáticamente para aguantar, porque aunque parezca lo contrario, es posible que el PSOE haya vuelto a tocar techo.
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