Cristina López Schlichting
El bálsamo de la verdad
No hacen falta chistes, los mejores son las grabaciones preelectorales de los políticos. Ese Pedro Sánchez abominando del populismo y asegurando que Podemos convertiría España en Venezuela. Mi amigo Antonio Miguel Carmona diciéndome en Cope que no pactaría con Podemos. Ese Rajoy apostando por la vida y pasando después, a fondo, del embrión y la madre. Ese Albert repitiendo a cada cual lo que quería oír. (Muchísima gente ha votado a Ciudadanos para que pactase con el PP, y muchísima otra para que sumase con el PSOE; ahora, si Rivera pacta con la izquierda, pierde el voto de la derecha; y viceversa, si apoya a Rajoy, pierde votos socialistas y comunistas. ¿Qué hacer? Mantener la ambigüedad). ¿Cómo va haber nueva política así? Los españoles han pedido un cambio. ¿Qué se creen que van a sacar con estas artimañas los partidos viejos y algunos de los nuevos? No basta con bajar a la calle, hay que amarla. Ahí se desarrolla la batalla, en la realidad. En el drama de los desahuciados, los apuros de la familia para pagar las tasas del hijo en la universidad, el fin de mes, la pisoteada vida del no nacido. No se pueden hacer tortillas sin romper huevos. Salvo que se mienta. En el Partido Popular se discute qué hacer. Ni ministros nuevos y expertos comunicadores bastan para erradicar la muy extendida versión de que al PP le importa un ardite el sufrimiento de la gente. Años han estado Telecinco, la Sexta, la Cuatro repitiéndolo, y años lo ha ignorado Mariano Rajoy, como si no le afectase. ¿Y ahora qué? El futuro es de quien abrace ese dolor. Me gustan muchos de los leitmotivs de la jueza Carmena: evitar que ninguna familia se quede en la calle; auditar la deuda pública; dar ventajas fiscales a empresas sociales o suspender la venta a fondos buitre de pisos que podrían ser de alquiler social. Vale. Lo que no me creo es que todo eso (y mucho más) se pague sólo con los actuales impuestos y sin buscar enemigos. Temo a Podemos porque no me salen las cuentas. No se hacen tortillas sin romper huevos, Manuela, repito. Los comicios de noviembre se los llevará el que haga nueva política, no sólo explicando, sino luchando contra el dolor, codo a codo. Casi todos tienen grabaciones preelectorales que esconder. Pero es que lo que importa no son ni las grabaciones viejas ni las elecciones nuevas, sino las personas. Barro con barro, lágrima con lágrima y verdad con verdad. La vieja, terca, verdadera realidad.
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