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El bigote de Aznar es alargado

La Razón
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Hasta ahora en España el político que se va no vuelve. Lo intentó el Duque de Suárez contra la voluntad del Rey y ya ven lo que pasó. Así que el retorno de José María Aznar, que algunos promueven desde los cenáculos de la capital, tiene de momento pocas posibilidades de cuajar. Lo de que el nuevo partido encabezado por él conseguiría de entrada, sin mover el bigote, cincuenta diputados, parece un tanto aventurado; pero esos son los alegres cálculos que se hacen sus partidarios. Eso demuestra al menos que, aunque se lo haya afeitado, dando a su rostro, por cierto, un aspecto más tenebroso y desencajado, el bigote de Aznar es alargado.

Ha bastado, en efecto, que haya movido el bigote en Valencia ante la crema de los empresarios para que un escalofrío recorriera la columna vertebral de la política española. Él mismo ha tenido que salir al paso de las interpretaciones maliciosas que le situaban con un pie fuera del Partido Popular después de su reciente espantada como presidente de honor del mismo y de sus reiteradas críticas a la política de Mariano Rajoy. En esto último ha reincidido en el almuerzo valenciano. Aznar disiente de la política económica de su sucesor y alerta contra el riesgo de que los pactos obligados con los partidos de la oposición desvirtúen el proyecto del Partido Popular, que él contribuyó a refundar. Ha dejado claro que está contra la subida de impuestos y el incremento del déficit y la deuda, y propone una reforma fiscal integral. Por supuesto, tampoco comulga con la actitud del Gobierno ante el problema catalán. Si de él dependiera, se actuaría, y no sólo en este caso, con más firmeza y contundencia.

Lo que pasa es que Aznar se presenta con una mochila cargada de piedras y eso limita sus movimientos futuros y sus pretensiones, que todo el mundo teme o espera a pesar de todo. ¿Qué piedras o pedruscos? En el caso catalán, sus pactos con Pujol y lo del Majestic. Nadie le va a perdonar tampoco lo de Irak y sus pies sobre la mesa fumándose un puro con Bush. Ni la suntuosa boda de El Escorial con sus amigos de entonces, ahora en la trena o a punto de entrar. Ni la burbuja que estalló después de irse y casi se lleva todo por delante. Etcétera. Me imagino que, tratándose de una persona inteligente, será consciente de sus limitaciones, y embridará el rencor que le mueve y le corroe por dentro, causado, entre otras cosas, por los múltiples desaires recibidos y la falta de consideración. Así que lo probable es que todo quede en una toma de postura inicial de cara al congreso del Partido Popular y un aviso claro de cara a la sustitución de Rajoy cuando cumpla este segundo mandato, largo o corto, y para el que no hay prórroga. En esto Aznar coincide con Rivera. Ya se verá.