Casas reales

El compromiso

La Razón
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Está la prensa pre cordial estos días un poco agitada tratando de conocer todos los detalles de Meghan Markle, la prometida del Príncipe Harry de Inglaterra. Es curioso contemplar cómo se escudriña en su pasado, cómo se remueven todas sus mierdas para sacar más mierda aún, cómo se somete a una mujer adulta a un examen de idoneidad. Yo siempre he pensado que soy soltera porque jamás hubiera pasado ninguna prueba de esas características, es decir, se me estallan las costuras a la primera uñita que metas en mi vida. Meghan Markle es fruto de su pasado y de su experiencia, como lo somos todos los seres humanos, pero es cierto que en el sexo femenino cualquier tropiezo vital constituye siempre un hándicap añadido. Meghan Markle es divorciada y tiene una hermana mayor que la califica de «trepa social». Tiene tres años más que Harry y ha protagonizado una serie de televisión donde en algunas escenas se le había caído la ropa. Todo eso puede ser intranscendente si su futuro marido no fuera un príncipe, pensarán Vds. Ahora hagamos el ejercicio al contrario. Pónganse en los zapatos de una futura suegra, o suegro, a los que el niño le viene con el cuento. Papá, mamá, me caso. Estoy absolutamente enamorado y creo que ha llegado el momento porque creo que es la mujer de mi vida. Ay, cariño, qué alegría. Y cómo es ella. Mayor que yo, divorciada, actriz de una serie donde aparece con menos ropa de la que os gustaría. Tengo para mí que en pocas situaciones se saldría de esas con el beneplácito familiar. Meghan Markle lo ha conseguido y eso habla bien de Harry. Habla muy bien de Harry y desde ya le digo que me ha ganado. Bien es verdad que esa familia real británica tiene todos los chafarrinones que uno quiera encontrar y que brotan los pioneros en saltarse normas (empezando por su padre y Camila) pero es muy reconfortante toparse con tipos que admitan a las mujeres sin juzgarlas con apriorismos. Así que este artículo (o lo que sea) es un homenaje a todos esos hombres que apostaron por sus chicas sin atender a su pasado, a sus cargas, a sus tropiezos, a sus dificultades. A todos esos que hicieron oídos sordos a las opiniones cercanas para pujar por una inversión emocional incierta. Y es un homenaje a las mujeres completas. No sabemos si la felicidad dura, pero seguro que compensa la libertad.