Toni Bolaño
El derrotado salva los muebles
Pedro Sánchez ha cumplido el guión. Inició la semana como candidato y la ha finalizado sin conseguir su objetivo de alcanzar la presidencia del Gobierno. Pero no ha perdido. Antes al contrario, ha salvado los muebles. En el PSOE, ni los más optimistas, podían soñar con estar en esta situación después de un batacazo electoral de considerables dimensiones y de un conato de revuelta interna. Tampoco sus adversarios políticos calcularon bien las fuerzas de un líder socialista que se ha defendido como un animal herido.
Ha utilizado todas las cartas que tenía a mano, e incluso se ha sacado alguna de la manga. El secretario general de los socialistas se ha situado en el centro político pactando con Ciudadanos, ha marcado distancias con Podemos evitando caer en su demagogia, ha puesto fuera del tablero a los independentistas catalanes y mantiene un toma y daca con el PP, de igual a igual, a pesar de tener 33 diputados menos.
Sánchez, a trancas y barrancas, ha situado al PSOE en el centro de la política española. Toda solución de gobierno pasa por los socialistas. Es ese oscuro objeto de deseo que se niega en público –por PP y Podemos– pero se ansía en privado. E incluso, si se llegarán a un escenario de nuevas elecciones, los socialistas llegarían con un perfil propio porque la iniciativa política les ha servido para salir de ese pozo sin fondo en el que estaba relegado desde hace más de seis años.
En el horizonte, sin embargo, los nubarrones no se han despejado ni en el ámbito externo ni en el interno. El 8 de mayo deben celebrarse primarias en el PSOE para elegir secretario general y, quién sabe si también, candidato a las elecciones. Aquí el tiempo parece jugar a favor de Sánchez. Si el 2 de mayo las elecciones están convocadas puede no tener rival. Sólo un deseo de suicidio colectivo puede denostar al actual secretario general de su lugar privilegiado para liderar de nuevo unas generales. En caso de que haya un acuerdo de gobierno, difícilmente Sánchez sería denostado, a no ser que se quede fuera del Gobierno. Sin embargo, la partida interna no está acabada. Las voces discrepantes mantienen un discreto silencio, de momento. Un movimiento en falso y su liderazgo volverá a ser cuestionado.
A pesar de superar las diferentes pruebas, el PSOE dista mucho de recuperar el terreno perdido y de estar en un buen momento. Por un lado, Ciudadanos le ha comido parte de su electorado y, sobre todo, Podemos le está pisando los talones, le planta cara, le ha robado la cartera en las zonas urbanas, el primer lugar donde empiezan a concretarse los cambios en profundidad en la política, y no duda Iglesias en menospreciar a un PSOE que considera «casta».
A partir de la próxima semana, Sánchez debe seguir moviendo bien sus fichas para intentar ampliar una brecha que cada día se estrecha más por la izquierda. Mientras, por la derecha, Sánchez se va a encontrar un brioso Mariano Rajoy que quiere plantar batalla, a sabiendas, que un nuevo escenario electoral no es un mal escenario para los populares, pero tampoco el más apetecible. Ayer Pedro Sánchez volvió a perder.
Ciertamente, no alcanzó la investidura, pero el candidato socialista ha sabido mantener intactas sus posibilidades. Nunca ha tenido muchas, pero sigue teniendo un papel protagonista. ¡Quién se lo iba a decir!
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