Crisis en Podemos

El divorcio podemita

La Razón
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En Podemos se están divorciando y, parece, que no va ser por la vía más pacífica y respetuosa. Era de esperar en una formación que nació en el despecho del sr. Pablo Iglesias al ser rechazado por la dirección de Izquierda Unida para formar parte de alguna de sus candidaturas y de la confluencia de gente tan dispar ideológicamente como el trotskismo de Izquierda Anticapitalista, anarquistas y los nuevos movimientos pseudopolíticos surgidos al calor del 15-M.

A partir de ese batiburrillo, difícil de ahormar, el sr. Iglesias y el sr. Juan Carlos Monedero supieron convencer en una cena al sr. Iñigo Errejón, que ya en ese momento no lo veía nada claro. Juntos trabajaron para ocupar el hueco político que estaba dejando los errores del Partido Socialista.

En tanto que los resultados electorales eran cada vez mejores y se acariciaba el manoseado «sorpasso» al PSOE, no se apreció la mínima fricción en el seno interno de Podemos. Sin embargo, el estancamiento en diputados y el millón de votantes podemitas que dejaron de serlo en tan solo seis meses está siendo el hielo que, introducido en las grietas, está resquebrajando a velocidad de vértigo lo que parecía un muro de hormigón resistente a los ataques cruzados desde varios flancos.

Están en guerra, ya no se molestan en disimular, hasta hace bien poco acusaban a la prensa de «inventarse una guerra fratricida donde no la hay». El enfrentamiento en Twitter entre el sr. Errejón y el sr. Iglesias no deja lugar a dudas: no comparten el discurso, ni la estrategia, ni el papel que debe desempeñar Podemos en la democracia española. Eso es tanto como decir que no comparten prácticamente nada.

Si las redes sociales fueron cruciales a la hora de movilizar el voto y del crecimiento meteórico de su organización, es una ironía que ahora sean precisamente la copa en la que se sirven cicuta mutuamente sus dirigentes.

El sr. Iglesias y el sr. Errejón representan dos modelos diferentes, divergentes entre sí, con puntos de llegada alejados. El sr. Iglesias es leal a su propia imagen, poco empática, agresiva y un tanto soberbia. Un concepto más próximo a aquellos a quienes les une la protesta, el estar contra algo o contra todo y no a favor de algo. El sr. Errejón es algo más que una cara amable. Es un intento de reformismo social, entendiendo que el lugar apropiado para emprender el camino son las instituciones. En definitiva, representa una forma más socialdemócrata de contemplar la política.

Podemos se ha mostrado absolutamente ineficaz en el Parlamento para dar una solución a los problemas de España. Desde el principio, los seguidores del sr. Iglesias han visto su llegada a las instituciones con recelo, temen desconectarse de la calle. Para Errejón, en cambio, un trabajo solvente en el Congreso transmitirá confiabilidad y les permitirá lograr un día el Gobierno.

Podemos se debate entre el «asalto a los cielos» predicado por el sr. Iglesias y el reformismo social. Quieren ocupar el espacio de la socialdemocracia, pero sin serlo. Un socialdemócrata se diferencia del sr. Iglesias en dos cosas: no es revolucionario y no opta entre alcanzar el paraíso y la nada, porque el paraíso nunca llega y el dolor de las personas no puede esperar. Un socialdemócrata mejora y cambia las cosas, aunque ello no suponga el paraíso.

Cuando en un partido político las posiciones son tan distintas y enfrentadas termina ocurriendo lo inevitable. Primero una guerra cainita entre facciones y, finalmente, la salida más o menos ordenada de los puestos de dirección y, a continuación, de la corriente derrotada.

En Podemos parece claro que la dureza y el férreo control de los partidarios del sr. Iglesias terminará por desplazar a los errejonistas, como ya ha sucedido en Madrid. Pero la sociedad española no quiere revoluciones, siempre ha preferido la Alemania socialdemócrata de Willy Brandt o la Suecia de Olof Palme. Por tanto, los seguidores del sr. Iglesias ganarán la contienda interna, pero perderán definitivamente a la sociedad, ocuparán el lugar político de esa izquierda que nunca ha contado con grandes apoyos electorales.

Es posible que el sr. Errejón sea más socialdemócrata que revolucionario y que no esté cómodo en Podemos porque quizá ese no sea su sitio. Quizá debería mirar hacia Pablo Iglesias, pero al de verdad.