Restringido

El doble juego

Asistimos a un juego de espejos en el que la realidad política aparece deformada. Las apariencias, en este juego, engañan. Cualquiera podría pensar que la foto de Rajoy y Sánchez firmando solemnemente el nuevo pacto antiterrorista no era más que el primer paso hacia otros compromisos futuros. De hecho, el joven dirigente socialista no ha tenido inconveniente en expresar sus deseos de intentar nuevos pactos de Estado, empezando por el endiablado asunto de la educación. Sin embargo, dentro del PSOE se han alzado inmediatamente voces airadas rechazando la idea de cualquier pacto que apunte a la posibilidad de un futuro gobierno de coalición tras las elecciones del otoño. Entonces ¿qué? Colocados entre la espada y la pared, ¿se van a unir los socialistas al próximo «Frente Popular» que se está armando en torno a Podemos? Las últimas encuestas los sitúan en una incómoda tercera posición, detrás de los populares y los «podemitas». Se acerca el momento en que tendrán que elegir compañero de viaje. En este momento, Pedro Sánchez puede pensar aquello de que ni contigo ni sin ti mis males tienen remedio. De momento, confía en el desahogo de Andalucía, si bien un triunfo notable de Susana Díaz sería un respiro para el partido a escala nacional, pero podría debilitar su liderazgo.

En estas circunstancias, en las que casi nada es lo que parece porque se impone el doble juego, los dirigentes socialistas tienen que rechazar públicamente, para no perjudicar sus posibilidades electorales, lo que quizá están pensando por dentro y hasta dejan entrever. Sería una muestra de extraordinaria responsabilidad política, rayando la temeridad, que Sánchez no sólo haya firmado el pacto antiterrorista con el Gobierno del PP, sino que esté dispuesto a suscribir otros grandes pactos de Estado desinteresadamente, empezando por educación, en un año cargado de elecciones en las que su partido se la juega. ¡Admirable! ¡Increíble! La realidad es, como apuntó en vísperas de las elecciones europeas Felipe González, que las circunstancias nacionales, con la irrupción de Podemos, que lo trastoca todo y genera una notable incertidumbre, puede obligar a los dos grandes partidos, con claros signos de decadencia, a ir a una gran coalición para que la riada no se lleve todo por delante. El PSOE y el PP, que tienen experiencia de Gobierno, van a necesitarse sin que eso los obligue a perder sus respectivas señas de identidad. No sólo la creciente amenaza del terrorismo, sino otras amenazas no menores pueden obligar a ese entendimiento de fondo, aunque en el próximo debate del Estado de la Nación Rajoy y Sánchez seguirán tirándose teatralmente los trastos a la cabeza, como si tal cosa. La cuestión catalana y la necesaria reforma constitucional serán razones de peso cuando llegue la hora de la verdad.