Julián Redondo
El expreso
Cuando parecía que el Barça necesitaba una defensa y Xavi, Busquets e Iniesta, una Selección, Bartra desactivó el talismán de Casillas, y dejó en evidencia a Martino, que ha confiado en él después de darle una carrera a Mascherano. Empató el canterano, Pedro revolucionó el partido y la que parecía la Copa del Madrid empezó a deslizarse hacia el lado del Barça, hasta que el expreso de Gales entró en la cocina de Pinto por la banda de Alves. Y la Copa, para el Madrid porque Neymar dio en el palo, no como Bale.
Mucho antes de que amenazara prórroga, llegó el Rey, siempre llega, casi antes que el Boeing 310. A su izquierda, pitos; a la derecha, el «Viva España». División de opiniones con el himno. Lo curioso, la cortés representación de la directiva azulgrana lo aplaudió el año pasado en el Bernabéu. En Mestalla, presencia masiva, silencio en pie. Será que la capital impone. Y a los 11 minutos marcó el Madrid. Cortesía de Alves, pillería de Isco, acierto de Di María. A los 15 dejó de presionar el Barça. A los 20 apareció Messi, menos de lo imprescindible.
Y mucho antes, el juego floral. Con Villar como anfitrión, Florentino y Bartomeu intercambiaron recuerdos y buenas palabras. No les sorprendieron las alineaciones, ni al presidente azulgrana que Martino inventara la enésima zaga, qué cruz, ni al madridista no ver a Cristiano y que Isco desplazara a Illarramendi. Más de los prolegómenos: Messi. ¿Sería Mr. Hyde o Dr. Jekyll? La doble personalidad del astro funciona sin pócima. Debe ser una cuestión de sentimientos, o de ánimo, o de rivales. Al Atlético ha dejado de morderle en la yugular y al Madrid, también. Toca Jekyll.
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