Toni Bolaño

El fracaso de Mas

Duran i Lleida algo debía saber cuando hace unos días decía que entre la copia y el original, siempre se elige el original. Quizás, CiU también maneja encuestas, como la publicada ayer por «El Periódico», que da la victoria a Esquerra Republicana. El centralismo de la política catalana ha saltado hecho trizas. CiU pierde casi la mitad de sus diputados desde 2010, el PSC se hunde en el abismo y el PP no levanta cabeza. Iniciativa Verds y Ciutadans, junto con Esquerra, son las fuerzas pujantes.

Artur Mas, después de su derrota el 25-N, se apresuró a gestionar la derrota asiéndose al salvavidas de ERC. Con prisas y sin pausa, los nacionalistas catalanes se lanzaron a la loca carrera hacia la secesión, quedando en manos de ERC. Los republicanos se han dedicado a poner palos en las ruedas a un gobierno que brilla por su ausencia, no tiene presupuestos y está siendo fagocitado por la falta de recursos mientras sigue machacando a la mayoría social que lo llevó a la Generalitat.

Oriol Junqueras manda pero no está expuesto al desgaste del ejecutivo. Su línea estratégica es sencilla «en cuanto peor, mejor». No se sale del guión. Que no exista oposición le ayuda a ponérselo más fácil. La ambigüedad del PSC en el tema nacional –entender su posición sólo es posible después de leer las obras completas de Freud y de San Juan de la Cruz, como mínimo– y la pérdida de credibilidad del PSOE de Rubalcaba han dinamitado los caladeros de votos socialistas que huyen en masa a Ciutadans y a Iniciativa, o simplemente se refugian en la abstención. Navarro no está dispuesto a rectificar –tampoco Rubalcaba- por lo que no es difícil augurar que para el PSC lo peor está por llegar.

El PP de Alicia Sánchez Camacho desde las elecciones está fuera de foco. El asunto del espionaje no ha ayudado, sin duda, y las duras medidas económicas de Rajoy pasan factura. El portazo de la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, a un Duran que criticaba las prisas del independentismo a la vez que pedía árnica en forma de un pacto de Rajoy con Cataluña, no ayuda a que los populares vuelvan a recuperar protagonismo.

Mas ha cosechado un suspenso clamoroso. Se ha empecinado en su error por negarse a reconocer su propio fracaso. Por el bien de Cataluña, mejor sería que presentara su dimisión. O eso, o Cataluña entrará en un nuevo tiempo, que no parece que sea mejor.